«La testosterona, considerada por el discurso científico como una hormona ‘masculina’, es una droga política cuyo uso está regulado por las instituciones médicas y jurídicas. Si te han asignado sexo femenino en el nacimiento, como en mi caso, el único modo de acceder legalmente es declararse enfermo mental, «disfórico de género», y entrar en un protocolo de reasignación de género. Mi último libro, Testo Yonqui, es precisamente el registro de una experiencia de administración voluntaria de testosterona en gel.»
«No se trata de decir que hemos superado el feminismo»
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