Andy Warhol, el terror del periodismo

andy_warhol_bischofberger Si el artista no hubiera fallecido en 1987, hoy celebraría su 80 cumpleaños. Si hubiéramos podido entrevistarle con motivo de su aniversario, sus respuestas seguirían siendo igual de desconcertantes que en aquel entonces, y sus preguntas, no digamos

Nada tiene que ver el genio con el genio. Decir que Andy Warhol era genial, talentoso o visionario es tirar adjetivos que difícilmente lograrán rozar la figura de uno de los personajes más revolucionarios de la industria cultural y del entretenimiento que haya dado Occidente. El verbo, simplemente, le queda corto porque el personaje es demasiado complejo.

¿Por qué? El artista multidisciplinar estadounidense supo mirar la sociedad del espectáculo no como espectador, como magistralmente hizo el francés Guy Debord, sino como director de escena. Ejemplo de este pragmatismo es su actitud ante su propia imagen pública: decía que el valor de lo que se publicaba sobre él lo medía en centímetros. Esa temprana manera de entender los medios es algo que a día de hoy utilizan todos los agentes de imagen tanto para políticos como para músicos.

La prensa no lo agobiaba sino que todo el sistema de medios de comunicación lo miraba como un circuito de arte en sí mismo y fue así que, tras sobrevivir al intento de asesinato por parte de la lunática pseudo feminista Valery Solanas, lanzó la revista Interview, dedicada al culto hacia las celebridades, con un diseño vanguardista y con entrevistas a famosos que reproducía íntegras, sin edición alguna. Un modelo rompedor que sentó cátedra y ha sobrevivido -con mucha dignidad- en el tiempo.

Inventar las respuestas

«Me doy cuenta de que casi todas las entrevistas están prediseñadas. Ellos saben qué quieren escribir de ti y qué opinan de ti incluso antes de conocerte. Así que lo que buscan no es más que… respaldar lo que ya han decidido que escribirán», escribió en su libro La filosofía de Andy Warhol.

Una vez un periodista le pidió recuerdos de su infancia y Warhol le contestó muy serio: «¿Por qué no los inventas tú?». En otra ocasión, poco antes de que un crítico de arte lo entrevistara por televisión le pidió: «Por favor, dime qué tengo que decir».

Todas estas anécdotas están reunidas en el magistral libro I’ll be your mirror, The Selected Andy Warhol Interviews (Seré tu espejo: entrevistas selectas a Andy Warhol, Carroll and Graf Publishers, Nueva York) que dan cuenta de un tipo genial, que supo vacilar y manejar a los medios a su arbitrio.

El monosílabo incoherente

Conocía los medios de comunicación más que de sobra, como queda plasmado en esta reflexión: «Hace unos años nadie venía con grabadora, y los reporteros sólo tomaban notas. Eso me gustaba mucho más, porque lo que salía publicado era siempre diferente a lo que yo había dicho; y, por lo tanto, me entretenía leyéndolo. Por ejemplo, si yo decía: ‘En el futuro todos serán famosos por quince minutos’, probablemente se publicaba ‘En quince minutos, todos serán famosos'».

Es por eso que sus respuestas monosilábicas y absolutamente desvinculadas a las preguntas que las entecedían lograban desconcertar a cualquier reportero que nunca consiguió perfilar al hermético y privado Warhol. Así queda registrado en el siguiente diálogo sacado de I’ll be your mirror…: el periodista le pregunta «¿Tiene usted alguna teoría sobre el cine?».

(Warhol): ¿En serio?

(P): Teoría

(W): ¿Uh?

(P): Teoría

(W): ¿Mejoría?

(P): T-e-o-r-í-a

(W): Oh, ¿teoría?

(P): Sí

(W): No

Fue el inventor del arte pop, desacralizó las temáticas del arte con sus latas de sopa, creó a la Velvet Underground, descubrió, encumbró y luego se deshizo de Edie Sedgwick y más tarde de Nico. Poca gente cree haberlo conocido en la intimidad, pero lo cierto es que desde su peculiar manera de entender tanto el arte como el negocio (dos cosas que no veía separadas) dejó un sello imborrable en la cultura popular, en la industria del espectáculo y el manejo de la imagen, desde su personaje frívolo, distante y tremendamente cínico.

No por nada I’ll be your mirror es, además del título del libro, el nombre de la famosa canción de The Velvet Underground que dice: «Seré tu espejo / Reflejaré lo que eres, en caso de que tú no lo sepas… Deja de cubrirte con las manos, porque yo te veo».

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