Lejos de estar muerto, el feminismo del siglo XXI continúa, aunque profundamente fragmentado
La lucha por la igualdad de las mujeres es más vieja que el hilo negro y aún no termina. Y si atrás quedaron el derecho a voto y al ingreso a la universidad, el feminismo que vino luego -el que planteaba la diferencia como punto de partida- se vió eclipsado por la explosión sexual, transexual y lésbica que devino del queer a principios de los ’90. Nos encontramos ante un escenario distinto en el nuevo milenio, con nuevos referentes y actores y como siempre, una batalla se libra en el mundo académico y otra se lidia en las calles.
El arte tras los feminismos se llama el curso que la filósofa Beatriz Preciado dictará en el MACBA. A propósito de esto, revisamos en dónde se encuentra el movimiento hoy.
El feminismo del deseo
Una de las manifestaciones más activas se sirve del deseo sexual para su propósito político. Es el caso de las Girls Who Like Porno (GLP), mítico grupo barcelonés, que por cinco años estuvo dedicado a la pornografía mediante performance y talleres para chicas que querían experimentar y jugar con las barreras de la libertad sexual, grabando vídeos y reivindicando el deseo más allá de los estereotipos del circuito comercial.
Por norma general aquí prima el hazlo tú mismo de la filosofía punk. Es decir, lo piensan, lo autogestionan y lo llevan a cabo. Y ahí se encuentran muchos colectivos artísticos donde se cruzan el porno, la libertad sexual, los colectivos de mujeres y otras minorías como los transexuales. Es el caso de Post Op, muy activos en Barcelona y emparentados con el rechazo a las etiquetas sexuales de femenino y masculino. O Go Fist Foundation y su hardcore porno para chicas que rompe con el estereotipo de ternura y suavidad que se asocia a la pornografía femenina.
Hallar estos colectivos no es fácil, no simpatizan con el sistema y han hecho de la red su medio de comunicación. Pero en ocasiones se encuentran en festivales como el francés Transpedegouine, un referente en la creación audiovisual sobre nuevas sexualidades. De artes visuales es el esloveno City of Women hecho por y para mujeres y que es particularmente transgresor por las dificultades propias de un país empobrecido y conservador.
En el madrileño Ladyfest -en la línea del movimiento musical feminista Riot Grrrl y hermanado con otros festivales del mismo nombre en otros puntos del globo- están abiertas a «cualquier persona que se sienta mujer en cuerpo, espíritu, mente y/o corazón».
Ni se nace mujer ni se llega a serlo
Desde un análisis netamente teórico, la filósofa Beatriz Preciado dice que nos encontramos en el post feminismo y que la mujer ya no es el centro del debate. «Estamos inventando un sujeto político para el feminismo que no es exactamente la mujer. El reto es buscar nuevas formas entre cuerpo, poder y placer que escapen a las estructuras normativas de género y sexualidad que nos han constituido como sujetos». (ENTREVISTA COMPLETA A BEATRIZ PRECIADO)
Cabe preguntarse que si no es la mujer el sujeto del feminismo, ¿es eso feminismo? ¿o es política social?
Preciado acaba de publicar Testo yonki, un ensayo donde cuenta su experiencia tras aplicarse testosterona en gel durante un largo período. Esta hormona está regulada por instituciones médicas y jurídicas y se administra sólamente a mujeres que quieren cambiar de sexo. Para ello deben declararse sexualmente disfóricas, que significa ser enferma mental. Preciado rechaza esa política y esa visión de la identidad ya que considera que los sexos son construcciones culturales, no genéticas.
«Disidencia de género» lo llaman y es una tendencia muy fuerte dentro de los grupos del llamado post feminismo, que rechazan las etiquetas de mujer, hombre, homosexual, etc. En España, dentro de esa corriente, destacan grupos como Guerrilla Travolaka que en su web se definen como «disidentes del heteropatriarcado».
La lucha social
Sin olvidar que las mujeres siguen siendo las más desfavorecidas del orden mundial, representando sólo el 1% de la riqueza, ganando 30% menos que sus compañeros y con el doble de trabajo que un hombre si sumamos la labor doméstica, otras plataformas siguen luchando en ese camino.
Allí se encuentran Precarias a 100, que para el 8 de marzo del año pasado marcharon con la siguiente pancarta: «La abuela que cuida al hijo de la madre que migró para cuidar a la hija de la madre que salió a trabajar… ¡ESTÁ CANSADA!».
Junto con otros colectivos feministas como Precarias a la Deriva, u otros en torno a la Plaza del Pumarejo en Sevilla y el Patio de las Maravillas en Madrid, su lucha es política. Se emparenta con un feminismo primigenio aún vigente, sobre los derechos y la igualdad estando muy cercanas a las peleas que actualmente baten las mujeres del tercer mundo.
Pues yo soy mujer y no entiendo a quien le puede gsautr llevar lencereda sexy (= incomodedsima!!), y eso que he crecido «en» una corsetereda. Yo creo que la lencereda sexy, dejando a parte para quien la compras, solo la puede llevar las mujeres «talla pequef1a». Ased que las mujeres «tallas grandes» no nos planteamos para quien comparmos la lencereda ya que si hacen tallas, no tienen nada de sexy!