A los 52 años, sir Gordon Mathew Summer, uno de los cantantes de música pop más importantes del mundo publica su autobiografía. Un relato honesto y conmovedor, donde el músico inglés recorre desde su infancia hasta la separación de The Police, pasando por capítulos tan amargos como el descubrimiento del adulterio de su madre y el suyo propio.
“Un buen día me levanté temprano. Era laborable y papá se había ido al trabajo. Bajé a encender el fuego. Al girar en el primer descansillo de la escalera oí un ruido al final de pasillo que llevaba a un pequeño porche y a la puerta de calle. Me agaché y distinguí dos sombras tras el cristal opaco de la puerta del porche…Oía gemidos apagados y respiraciones entrecortadas procedentes del otro lado y vi las siluetas de dos cabezas que se pegaban contra la pared. Avancé lenta y silenciosamente por el largo pasillo sin atreverme a respirar. Los gemidos eran cada vez más intensos. Parecía que alguien estaba sufriendo y mientras alargaba la mano para abrir la puerta me sentía aterrado e intrépido al mismo tiempo. Me impulsaba una fuerza irracional y mi curiosidad innata, y quizás, aunque eso no lo medité demasiado, la necesidad de rescatar a mi madre de algún terrible peligro. Al girar el pomo de la puerta, un pánico repentino estalló al otro lado del cristal. Apenas pude abrirla un resquicio antes de que alguien la cerrara de golpe de un empujón.‘No pasa nada, no pasa nada’, decía la voz de madre, que intentaba calmarme con un tono de normalidad poco convincente…No había visto nada, pero eché a correr, y a mi espalda oí que la puerta de la calle se cerraba de un portazo. Mi madre no me encontró cuando subió a mi cuarto. Estaba escondido en el fondo de mi cueva, bajo las escaleras… Alguien acababa de confiarme un secreto que no alcanzaba a comprender”.
Así, a los siete años, el pequeño Gordon Mathew, el mayor de los Summer, descubría que su madre mantenía una relación con un empleado del pequeño negocio familiar. La noticia caía como un bombazo en la inocente cabeza del niño y se enquistaría dentro del matrimonio arrastrándolos a una histeria y a una furia contenidas hasta la muerte. La madre mantuvo siempre esta relación, hasta que finalmente, después de largos años, se separaron. Sting cree que sus padres nunca se dijeron nada ni hablaron del asunto. Tanto por moral como por economía, no cabía la idea del divorcio para este matrimonio mixto (ella protestante, él católico) de una pequeña localidad inglesa. Más adelante, una suerte de resentimiento y distanciamiento hacia sus padres, movió a Sting para ser lo menos parecido a ellos. Una necesidad endémica de seguir avanzado y no detenerse nunca lo llevó a no asistir a ninguno de sus funerales (seguidos sólo por un par de meses) ni a llorar sus muertes.
‘Broken Music’, parte justamente con la purga de esta pena. Sting y su actual esposa, Trudie Styler, están de Río de Janeiro en 1987, poco después de la muerte de sus padres. En unos días más dará su primer mega concierto en solitario ante 200.000 personas en el estadio Maracaná. Está perdido y confuso, y pese a su agnosticismo, de alguna manera necesita encontrar algún tipo de rito que mitigue la dolorosa pérdida de sus padres. A través de unos contactos participarán en pocas horas en un ritual chamánico, tomando un poderosa medicina amazónica conocida como ayahuasca. Según ha leído, la molécula activa de esta planta es casi idéntica a la de la serotonina, el ritual está protegido por la Constitución de Brasil, no provoca adicción pero sí efectos de gran intensidad.
Es así como parte la autobiografía de Sting, quien a sus 52 años ha dicho que está en un momento de su vida que no tiene nada que probar a nadie. Con una fortuna de 470 millones de dólares, 100 millones de discos vendidos, siete casas; una granja en Wiltshire, 240 hectáreas en la Toscana, una mansión de 6 millones dólares en Malibú, un departamento en Nueva York, una casa en el Lake District en Inglaterra y dos casas en Londres, un matrimonio hermoso y una familia de seis hijos (dos de su primer matrimonio). Parece que con esto un hombre se siente realizado. O por lo menos que no tienen que darle explicaciones a nadie. En todo caso, ‘Broken Music’ es un relato honesto, dulce y sorprendentemente sencillo. Sting ha optado por narrar aquella parte de su vida más personal, desde su primera infancia hasta antes de hacerse célebre. Según ha dicho no le interesaba contar esas clásicas historias de champagne y contactos y vínculos famosos. Además, “hay biografías sobre mí de gente que nunca he visto. Hay mucha mentira en eso y la mejor manera de detener esto es escribirlo yo”, concluye.
A pesar de su fama de arrogante, de niño Sting fue algo tímido y solía trabajar con su padre en el reparto de leche del pequeño negocio de la familia. Amaba a su padre, un hombre serio y parco que había estado en Alemania haciendo el servicio militar y formado parte del Cuerpo de Ingenieros reales (“pertenece a esa generación donde esta falta de ternura física e intimidad es considerada normal y varonil; es como si un sociedad en medio de las dos grandes guerras, inconscientemente ha creado una raza de espartanos, sumidos en la dureza y los sacrificios emocionales de la guerra”). Renunció a su trabajo de Ingeniero y asumió la lechería donde trabajaba con el pequeño Sting en el reparto de leche. De aquella época Sting recuerda sus fantasías acerca del futuro mientras pateaba las frías calles del invierno inglés acarreando botellas heladas “ iba a recorrer el mundo, sería la cabeza de una gran familia, tendría una mansión en el campo , sería rico y famoso”.
El idilio con la música es de esa misma época, para él “la música siempre ha sido un refugio frente a la soledad”. Antes las peleas de sus padres y su propio descontento, Sting se refugiaba en el piano familiar y más tarde en la guitarra que se compró con las ganancias de su primer trabajo. Era tímido y retraído y en el colegio le decía Largo, como el mayordomo de los Locos Adams, debido a su altura.
Para melómanos y no tanto, son los muchos recuerdos que el cantante y compositor dedica en el libro como cuando escuchó por primera vez a los Beatles y la revolución que eso produjo en él, o como cuando vio por primera vez tocar a Jimmy Hendrix, que fue tal la excitación que le produjo que vagamente recuerda algo, “ Por la noche, tumbado en la cama, me zumbaban los oídos. Mi visión del mundo había cambiado significativamente”. Cómico es además su encuentro con su ídolo Miles Davis. Además que el maestro del jazz se burlara de lo cabezón que encontraba a Sting, le preguntó si sabía hablar francés y le dio cinco minutos para traducir el texto de los derechos que un policía le lee a un detenido al momento de arrestarlo.
“Tragué saliva sólo de pensar en la tarea que me encomendaba. A penas hablaba un francés muy rudimentario que me bastaba para meterme en líos, desde luego no era para salir de ellos. Por otro lado, el gran Miles Davis me había encargado un trabajo y quería satisfacerle con todas mis fuerzas.” Cómo sale de allí es otra historia y este artículo no se trata de contar el libro entero. Sólo que de ese episodio nació la canción “You are under arrest”, donde Sting le grita como un berraco sus derechos civiles a Miles Davis.
En ‘Broken Music’, recorre su vida laboral bastante accidentada y sus primeras formaciones musicales. Además de su vida amorosa, donde habla de su primer amor, de su primera esposa y de Trudie Styler. Al mudarse Sting y Frances (su primera mujer) a Londres, mientras ambos intentaban buscarse la vida en la gran ciudad, la pareja conoció a su vecina, Trudie Styler. El flechazo fue inmediato. Pero terminarían como pareja mucho tiempo después. Es 1977 y Police está empezando. Esas cosas macabras de la vida, ambas se habían hecho amigas y coincidieron en el montaje de Peter O’Toole de Macbeth. Frances era lady Macbeth y Trudie una de las brujas, aquellas que le dicen al protagonista shakesperiano que lo que es bueno será malo y lo malo será bueno. Claro que eso no lo cuenta en su autobiografía. Sting mantiene esa distancia elegante con quienes le rodean, sólo profundiza en sus procesos internos con la delicadeza y la serenidad que quienes lo sigue sabe que muy bien maneja.
Ni de sexo tántrico, no del paso de The Police por la Quinta Vergara habla. Tampoco que él y su mujer le presentaron a Madonna su actual marido Guy Ritchie y Jennifer López a Ben Afleck. Porque sir Mathew Gordon Summer no está para cagüines`, sobretodo si existe una industria ya para ello.