El terrible accidente de la mina San José dejó en claro varias cosas que deberían ser el pilar de la reflexión de país más allá del rescate y de “el lado humano” que tanto nos gusta y desvía del análisis.
1) Que en Chile hay muchísima gente trabajando en condiciones infra humanas (mueren más chilenos por accidentes laborales que por la delincuencia)
2) Que la gente está desesperada por la plata (tanto los mineros para aguantar un trabajo que sabían peligroso como los dueños por no invertir en las medidas necesarias que lo harían más seguro)
3) Que tenemos funcionarios corruptos en el aparato estatal, dispuestos a aceptar coimas y, en este caso, dar el permiso para reabrir una mina que clausurada por peligrosa.
Con lo de Punta de Choros es lo mismo. Más allá de que la funcionaria estatal catalogora en una sms de “hippies de mierda” a los manifestantes, más allá del caso puntual de dicho parque natural, incluso más allá de si el presidente se saltó la institucionalidad o si se ofendieron los inversionistas extranjeros, la discusión de fondo debería ser acerca de nuestra política ambiental.
¿Tenemos una política medio ambiental de acuerdo a estándares modernos de sostenibilidad?, ¿Qué riesgos y/o beneficios a largo plazo han traído otros proyectos que sí se han aprobado?; ¿Qué proyectos hay en marcha y que conviene revisar? ¿Qué tipo de energía queremos? ¿Qué tipo de energía podemos permitirnos?
Tras vivir en Alemania y ¡hasta en España! puedo afirmar que Chile es un país donde no hay cultura medioambiental. Contaminamos y mucho y esa contaminación no es aún parte de discurso público y de la necesidad de cambiarlo. El hecho de que la capital tenga un aire del terror, con niños con problemas respiratorios desde que nacen y todos pasándolo pésimo durante 4 meses al menos, es sintomático.
Veo que mi generación y las más jóvenes ya tienen otro chip y la ecología es prioritaria. Las mujeres, además, jugamos un rol clave. Somos las que al final del día elegimos qué se comerá en casa y queremos estar seguras de la salud de nuestra familia. Gran parte de movimiento ambientalista en el mundo vino de las mujeres quienes estaba preocupada de la salud del aire y el agua del entorno.
Las cosas no sólo pueden cambiar sino que tienen que hacerlo.