Cuando se cumplen 30 años desde que huyó de EEUU acusado de haber abusado de una menor, el cineasta apela a un documental para que revisen la legalidad del juicio
Un documental en el que Roman Polanski no quiso aparecer podría devolverle la posibilidad de entrar en EEUU. En enero de 1978 Polanski, uno de los más reconocido directores de cine del momento, tomó un avión rumbo a Francia para escapar de una batalla que ya daba por perdida. Habían fijado la sentencia, a modo casi perverso, para el día 9 de agosto de ese año, justo un día después del noveno aniversario del asesinato de su mujer, la actriz Sharon Tate, a manos de un secta de psicópatas liderada por Charles Manson.
No lo tenía fácil. Estaba acusado de emborrachar, drogar y violar a Samantha Gailey, por entonces una menor de 13 años. Llegó a pasar 42 días en pisión y pagó una multa 1.580 euros a la espera del juicio.
Treinta años han pasado desde entonces y Polanski, a sus 74, no ha vuelto a poner un pie en EEUU, como tampoco en el Reino Unido por miedo a que lo deporten. Incluso en 2004, cuando se fue a juicio contra Vanity Fair por un artículo en el que lo acusaban de haber tenido sexo con una joven modelo mientras viajaba al funeral de Sharon Tate, lo hizo por vídeo conferencia desde Francia, sentando un precedente en la historia del Reino Unido, donde se celebró el juicio.
Treinta años han pasado y ya son seis premios Oscar que Polanski no ha podido ir a recoger a Estados Unidos. Pero este año, la documentalista Marina Zenovich entregó Roman Polanski: Wanted and Desired en el que revisa en caso Polanski-Galey entrevistando a todos menos a al director ni al juez que murió en 1993.
El fiscal intrigante
En el documental aparece un antiguo fiscal, David Wells, quien describe como aconsejó al juez Laurence J. Rittenband para enviar a Polanski a prisión para una revisión psiquiátrica, a pesar de no estar involucrado en el caso ni en la investigación.
«Juez, mire esto. Se está riendo en su cara», dijo Wells mientras le enseñaba una fotografía en la que aparecía Polanski con dos chicas en Alemania, justo antes de la sentencia.
El abogado de Polanski, Douglas Dalton, dio una entrevista teléfonica al New York Times en la que explica que su petición se basa en que los contactos de Wells con el juez violaron la ley de California y la legalidad ética del caso. «Podría haber una moción para desestimar la condena (que pende sobre Polanski) basándose en un fallo conductual de la fiscalía», explicó e incluso fue más lejos: «Queremos investigar qué otros contactos no vinculados a la investigación hubo, hasta dónde llegó Wells con sus comunicaciones y si acaso alguien más estuvo al tanto de éstas».
Yo no fui
El abogado está consiente que los fugitivos no tiene grandes posibilidades de ejercer presión con apelaciones convencionales, pero cree que la ley de California permitiría tanto a un juez como a un fiscal buscar soluciones para Polanski, incluyendo desestimar el caso si se cree que el proceso estuvo viciado.
David Wells habló telefónicamente con The New York Times, rechazando la acusación de contacto impropio con el juez. «No le dije que lo hiciera o que debiera hacerlo», respondió acerca de la desición del juez de enviar a Polanski 42 días a la cárcel para una revisión psiquiátrica, «sólo le dije cuáles eran sus opciones».
A través de un correo electrónico, Polanski dijo al NYT que no tomará ninguna desición hasta que su abogado haya terminado de revisar la conducta de Wells. «No manejo nada en este momento. Creo que todo este asunto debió haber sido revisado hace mucho tiempo».