La creatividad del ser humano es tan infinita como macabra | Artistas de renombre han adoptado en algún momento de su carrera la imaginería estética de los nacionalismos
Además del fútbol, pocas cosas logran desatar la locura y el fanatismo como la devoción hacia los dictadores, los totalitarismos y los líderes populistas. Las macabras imágenes de los 16.000 manifestantes que el pasado martes salieron a las calles de Belgrado en apoyo al criminal de guerra Radovan Karadzic lo escenifican.
Y hay algo en esos gestos que a veces consigue plasmarse en estéticas, géneros literarios, guiños pop o productos comerciales que, para bien o para mal, dejan constancia de las bajas pasiones que desata el autoritarismo.
El nazi chic
El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, Max Mosley -hijo del célebre Oswald Mosley, fundador y líder de la Unión de Fascistas Británicos- acaba de ser indemnizado por la publicación de imágenes en las que aparece en una orgía nazi.
¿Qué hay de sensual y de morboso en un oficial de las SS? ¿Cómo alguien puede excitarse y más aún, llegar a pagar 3.200 euros, por participar en una orgía con ese tema como eje central? La prueba de que se puede es que tiene hasta nombre, se llama nazi chic y es el resultado de la interpretación estética de la imaginería y estilo del nacionalsocialismo.
Wikipedia, por ejemplo, sitúa el fenómeno en los 70, cuando los rockeros punks como Johnny Rotten y Siouxsie Sioux comenzaron a utilizar esvásticas para provocar. Aunque de este mismo movimiento punk se desprendieron grupos directamente ligados a la ideología nazi.
Y es por este componente provocador y tabú que Laibach, un colectivo artístico esloveno reconvertido en banda de rock, optó por el pastiche estético de los totalitarismos. En plena guerra fría, los eslovenos construyeron un imaginario que pretendía destruir el lenguaje simbólico en el que estaban inscritos y mezclaron el fascismo nazi, el estalinismo y los nacionalismos del este. La banda fue denostada en EEUU por comunistas u en Europa por fascistas.
Bares temáticos
De una liviandad incomprensible resulta The Fifth Reich (el quinto imperio), un bar en la zona universitaria de Corea del Sur, que según un artículo de The Times en el año 2000 estaba enteramente decorado con simbología nazi y retratos de Hitler. La lluvia de críticas por parte de los extranjeros residentes y de las embajadas de Israel y Alemania sólo consiguieron que cambiara de nombre, pasando de Tercer a Quinto Reich. «Es que se vestían bien», fue la respuesta de un parroquiano. Cómo no, si la casa que vistió a los nazis fue Hugo Boss.
Lo cierto es que The Fifth Reich no es ni mucho menos el único de los bares dedicados a Hitler que hay en Asia.
En España hay varios locales de copas consagrados a la figura de Francisco Franco, adornados con banderas españolas con el escudo del águila u otras de la Falange. Uno mítico es Casa Pepe, ubicado en la carretera N-IV, Km 243, paso de Despeñaperros. Un verdadero festín del franquismo que estremece.
Cómo no, hostales
Como si acaso se tratara de una exposición, el dueño del hostal berlinés Ostel se ha empeñado en tener sólo objetos originales de la RDA. En la recepción, una televisión emite -en un interminable loop-, la visita oficial de Erich Honecker a Cuba. El líder de la RDA va vestido de guayabera.
No llores por mí Argentina
Sin duda alguna que a la hora de hablar de apasionados hay que hablar de Argentina. El país que tiene una iglesia maradoniana, y que esta semana ha hecho que Fox retire un capítulo de Los Simpson por reírse de Perón, una vez tuvo otra figura amada, la populista Eva Perón, que hizo y deshizo en aquella nación que la adoraba.
Tantas pasiones desató la mujer del tres veces presidente Juan Domingo Perón, que embalsamaron su diminuto cuerpo al morir. Tres años después, un comando militar secuestró el cadáver momificado y el coronel responsable enloqueció a tal punto que lo guardaba en su casa y a ratos lo manoseaba. Incluso llegó a disparar contra su mujer embarazada pensando que eran los peronistas que querían recuperar a Evita.
Casi 16 años estuvo desaparecida hasta que la guerrilla argentina -los Montoneros- secuestró a un ex presidente exigiendo que devolvieran a Evita, lo mataron y al año siguiente, tras permanecer casi 15 años en un cementerio italiano bajo identidad falsa, Evita regresó a Argentina.
Cuentos y libros inspiró aquella rocambolesca historia.
El padrecito Stalin
El premio nobel Pablo Neruda fue un comunista convencido. Su admiración y devoción a Stalin quedaron plasmadas en varios de sus versos del Canto General, considerada una de sus obras más importantes:
«Stalin alza, limpia, construye, fortifica / preserva, mira, protege, alimenta, / pero también castiga. Y esto es cuanto quería deciros, camaradas: / hace falta el castigo».
Cuando Nikita Jrushchov denunció las matanzas de Stalin, Neruda tampoco cambió de opinión.