¿Te agobia ver la ciudad tapizada de publicidad? ¿Es necesaria tanta? ¿No están violentando un derecho humano a la hora de envolver el espacio público con propaganda? Las cosas que he visto en el metro de Santiago, tapizado con la promoción de un sólo producto -por dentro y por fuera-, es algo que difícilmente olvidaré. O como cuando una Universidad privada se tomó todos los peldaños de una estación de metro. O una pasta de dientes ¡el paso cebra!.
¿Es imposible siquiera pensar que podemos eliminarla o al menos, minimizarla? Eres de los que cree, como dijo un diario alemán que esto es “una nueva forma de dictadura que nadie puede escapar” En Brasil, tan tercermundista y lleno de problemas sociales mayores que en Chile, la ciudad de Sao Paulo, con más de 11 millones de habitantes, disfruta de un cotidiano sin publicidad en las calles desde ha unos años. Y han dejado las paletas en una discreto In Memoriam.
Según un artículo del New York Times, cada citadino ve 5 mil avisos publicitarios diarios. Según una entrevista al investigador publicitario Martin Lindstrom en La Vanguardia, al final de sus vidas, cada occidental habrá visto por lo menos 2 millones. No me dan los números pero ambas cifras son agobiantes.
A continuación dos grades proyectos artísticos que hablan de los mismo: Kaapital y The Advertiser (este es el que chifla).
Los artistas Ton Meijdam, Thom Snels y Béla Zsigmond hicieron la siguiente animación para el Museo De Beyerd, museo holandés para el diseño gráfico. Kaapital se llama la obra y la describen como una impresión a la enorme cantidad de publicidad a la que estamos sometidos en este prototipo de ciudad holandesa.
El segundo trabajo artístico está fantásticamente explicado en esta conferencia que dio en TED el genial artista neozelandés Julian Oliver, pero aún no está subtitulada al castellano.
Julian Oliver – TEDxRotterdam 2010 from TEDxRotterdam on Vimeo.
Se llama The Advertizer y es un dispositivo, como unos binoculares, que convierten los avisos de publicidad de la calle EN OBRAS DE ARTE.
Es sencillamente una maravilla. Un trabajo de arte digital que mejora la calidad de vida, que estimula la creatividad y que convierte la calle en una galería de arte digital.
Ah, y el código ya lo han liberado y está a disposición de la comunidad.
A falta de políticos con coraje, grandes son los creadores.