NIZA, LA VIEJA DAMA

Fue el balneareo elegido por la artistocracia durante el siglo XIX, el de la intelectualidad en el XX y actualmente es residencia de jubilados europeos. Sus años de gloria han quedado atrás pero no así su belleza. Es la capital de la Costa Azul y destino obligado para quienes buscan empaparse de la magia provenzal. Una seductora invitación a perderse entre soles mediterráneos para los se aventuren este verano por el invierno europeo.

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Sobre los colores de Niza, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche escribió en una carta a su madre en 1885: “Es una lástima que no pueda desprenderlos y enviártelos; es como si hubieran pasado por un tamiz de plata, inmaterializados y espiritualizados.” Nietzsche fue uno de los tantos cuativados por esta distinguida perla de la Rivera francesa. Pasó a engrosar la lista formada por Chejov -quien aquí escribiera “La Gaviota”- , Marc Chagall, Henri Matisse, Pablo Picasso, el zar Nicolás II, la reina Victoria y hasta Paul McCartney que compuso aquí “Fool on the Hill”.

Sin duda, el principal encanto nizardo está en las vistas de la hermosa y extensa bahía de Los Ángeles cubierta de oscuras piedras planas con un glorioso mar mediterráneo que centellea al más mínimo estímulo. La gente camina radiante por el Paseo de los Ingleses (Promenade des Anglais), una amplia explanada que corre paralela al mar. Se llama así porque fueron aristócratas del Reino Unido quienes en el siglo XIX llegaron a esta ciudad en busca de un invierno soleado y cálido; abrieron el paseo marítimo y construyeron barrios y hoteles conforme la ciudad se hacía más y más famosa. Con el arribo del tren en 1864 comienza la llegada sostenida de ricos “invernantes” italianos, rusos, alemanes y norteamericanos. Tanto es así que hacia el año 1914 la cifra de visitantes pasa de veintidós mil en 1864 a ciento cincuenta mil. De esa época son los fastusos hoteles palaciegos del barrio Cimiez como el Alhambra, Majestic, Regina, Riviera Palace, Winter Palace o el mítico Hotel Negresco, frente al mar. También, un curioso edificio cerca de la estación de trenes vale la pena visitar. Es la catedral ortodoxa rusa, construida por los rusos blancos a finales del siglo XIX. Es el mayor templo ortodoxo fuera de Rusia. Tendran que llegar los “locos años veinte” para que aparescan los primeros viajeros en verano.

La Niza vieja – entre el boulevard Jean Jaurès y el cours Saleya- no difiere mucho de otros cascos antiguos mediterráneos. Con sus callejuelas estrechas, sus edificios de alegres colores ocres, rojizos y anaranjados y sus pequeños almacenes coloridos. Un buen ejercicio es dejarse perder y adentrar por las callecitas y descansar en las terrazas de cafés y restaurantes con marcada influencia italiana. Es que hasta mediados de 1860 Niza era parte de Italia, por lo que no es de extrañar que en una primera impresión las ofertas culinareas sean mayoritariamente pastas y rissotos. Pero no hay que olvidarse que en la costa azul se encuentran una de las cocinas más refinadas de Francia. Se dice que la delicada mezcla de sabores es un cruce de influencias italianas, francesa, españolas y norafricanas. Las renombradas hortalizas provenzales entregan verdaderos poemas para el paladar como los raviolis rellenos de tapenade, una sofisticada pasta de aceitunas y anchoas, aderezada con un potpurri de hierbas aromáticas. También está la sopa de pistou, el ratatouille y las empanadillas de flor de zapallito, las sardinas rellenas,la ensalada nicoise o el conejo al horno con polenta. El vino nizardo se llama Bellet y se encuentra en rosé, blanco o un tinto ligero.
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Todos los días, excepto los lunes, se instalan diversos mercados. Los más colorido son el de las flores y el de las verduras, ambos en el cours Saleya. También está el del pescado, que comienza a las 7 de la mañana hasta el mediodía, en la plaza St. Francois. Y en la Quai Papacino está el de las antigüedades que los lunes se traslada a cours Saleya. Este lugar es la antigua pescasdería de Niza. Se encuentra en las puertas de la vieja ciudad y las construcciones sencillas, bajas y de colores claros mantienen las tiendas de pescados con un ritmo lento de puerto. Es en esta plaza donde se encuentran agradables cafés y restaurantes con terrazas soleadas como Le Cirette Cours, Les Poncettes o Le Safari, para los más jóvenes.

Pero Niza actualmente es una ciudad de jubilados fraceses, ingleses y alemanes. Arrasa el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen por eso no es de extrañarse que sea uno de los lugares más conservadores de Francia. No hay mayor vida nocturna e impresiona ver la cantidad de edificios cerrados frente al mar, a la espera de un nuevo verano. Es el sol quien gobierna, seduce y hechiza y el maravilloso Paseo de los Ingleses se convierte en el gran foco de vida social. Hay bellos museos y tranquilas plaza, pero ni la mitad de vida o de aventura que se podría encontrar en Marsella, por ejemplo. A las diez y media de la noche no es fácil encontrar mucha vida nocturna; los comercios cierran para almorzar a las 12:30 del día y como buena ciudad de la Costa Azul, es carísima.

Sí ofrece un muy buen abanico de museos con excelentes colecciones. El Museo Marc Chagall contiene un conmovedora muestra de la etapa religiosa del artista ruso quien viviera en la Costa Azul hasta su muerte. Es la mayor colección existente de Chagall y fue donada por él mismo al Estado francés. También está el museo Matisse, quien decidió radicarse en Niza para curar su bronquitis. El edificio está ubicado en una maravillosa villa noble que sirve de muestra de la evolución de la arquitectura burguesa en la región ya que pasa de mano en mano desde 1650 hasta 1993 cuando definitivamente se establece el museo Matisse. Hay bellos lienzos de retratos y naturalezas muertas, 400 dibujos y grabados y 57 esculturas y diversos objetos personales del artista. También el Museo de Arte Contemporáneo posee obras de Andy Warhol, de la francesa Niki de Saint Phalle y su esposo el suizo Jean Tinguely.

EL GRAN ROBO DE NIZA

Lo que sí llama profundamente la atención en esta ciudad es el siguiente episodio de su historia reciente. En este tranquilo espectáculo frente al mar ocurrió el mayor robo de la historia de Francia. En 1976, durante la semana santa, un grupo liderado por Albert Spaggiari, un ex mercenario del grupo ultra derechista francés OAS, logró el robo perfecto. Spaggiari tenía un grupo de nueve hombres muy calificados pero faltaba un experto en túneles. Este figuraba preso en Marsella, así que previa promesa de parte del botín, la mafia Marsellesa lo dejó escapar. Así se completaba la banda más tarde conocida como “Las Ratas de la Alcantarilla”. Estuvieron más de nueve semanas cavando sin que nadie se diera cuenta. Los trabajos de obras públicas que se hacían en la superficie sirvieron de cortina de humo para los ladrones que avanzaban a un ritmo de 15 centímetros diarios. Finalmente, el viernes santo, llegaron a la caja fuerte de la principal sucursal del banco Societè Generale. Tenían tres días para trabajar con la garantía que estaría cerrado. La bóveda era de hormigón armado, con paredes de 30 centímetros de ancho y una puerta de 20 toneladas. Era tan impenetrable que lo especialistas habían renunciado a ponerle sistemas eléctricos de seguridad. Dieciséis horas estuvieron batallando hasta poder acceder a ella. Abrieron una a una las cuatro mil cajas de seguridad con joyas, efectivo, bonos del estado y al portador. También encontraron fotos comprometedoras de respetables figuras de Niza, con las que empapelaron toda la bóveda. Discriminaron entre los ahorros y objetos de clientes adinerados y se llevaron el dinero de estos últimos, un botin estimado en 18 millones de dólares de aquellos años. Por que sin pensarlo dieron con el depósito nocturno que contenía otros tantos millones. Pero antes, Spaggiari mandó a unos de sus hombres a comprar comida, cocinaron y celebraron dentro de aquel lugar durante un día entero. Al entrar la policía encontró restos de vino, quesos y paté fois y un rayado escrito por Spaggiari que decía “Sin armas, sin odio y sin violencia”.
La policía comenzó una de las búsquedas más violentas emprendidas en aquella época hasta que finalmente dio con dos miembros de la banda que delataron a Spaggiari. Eso, sumado a las denuncias de la celosísima esposa que había llamado a la policía para descubrir dónde se perdía su marido cada noche. Lo interrogaron por más de 36 horas sin que se le moviera un músculo. Días antes del juicio pidió entrevistarse con el juez a quien procedió explicarle con lujo de detalle la hoja de ruta del robo. Luego, mientras se dirigía al banquillo, giró súbitamente hacia la ventana, saltó, cayó sobre un auto que dejó abollado y se escapó en una moto que lo esperaba encendida. Nunca más se supo de él. Sólo que mandó un giro postal con dinero al dueño del auto. Años después escribió su autobiografía bajo pacto de confidencialidad con la editorial, donde juraba haber cedido el dinero del robo a los oprimidos de Yugoslavia, Italia y Portugal.

A ORILLAS DE LA EFERVESCENCIA
La Costa Azul mantiene con gloria su pasado lleno de nobleza y garbo que se mantuvo largamente hasta los años ’60 (cuando empiezan a instalarse los primero jubilados), debido a la aristocracia y la burguesía sin título alguno como médicos, artistas e intelectuales. Hasta 1946, cuando las vacaciones aún no eran pagadas, estaba plena de distracciones elitistas como polo, carreras de caballos, ópera, tenis y jazz (el primer festival de jazz se celebró en Niza). La gente más chic y famosa le daba chispas a la costa desde saint Tropez a Mentón. Un buen ejemplo de esto es cuando en 1936, Eduardo VIII presenta en Cannes a su espléndida divorciada norteamericana Wallis Simpson y abdica al trono de Inglaterra por amor. Diez años después comienza el primer festival de Cine de Cannes con la participación de Rossellini y Billy Wilder. Pasa una década y Rainiero Grimaldi se casa con la actriz Grace Kelly, la musa de Hitchcok, la ganadora del Oscar a los 24 años, la chica de Philadelphia que tiene a Hollywood -y de pasada, al mundo entero- a sus pies y se reavivan las celebraciones en la zona.
Por esa fecha, Suzy Solidor, la famosa cabaretera parisina, dueña del mítico Boite de Nuit, la misma que fue retratada por los pinceles de Picasso, Tamara Lempicka y Georges Braque, traslada su negocio a la costa Azul. Específicamente a Cagnes Sur Mer. La lluvia de celebridades por esos años va de Charles Chaplin, el tenor Enrico Caruso a Marlene Dietrich. Todos ellos atraidos por la presencia del dramaturgo y escritor belga Maurice Maeterlinck, quien se radicaría hasta su muerte en Niza. Quien fuera ganador del Premio Nobel de Literatura en 1911 y escritor del célebre “Pájaro Azul” se hospeda en La Colombe d’Or, el legendario hotel en Saint Paul de Vence, que recibiera a grandes artistas que dejaron como parte de pago sus cuadros: Picasso, Modigliani y también a Greta Garbo que todavía no quería estar sola. Incluso la boda de Yves Montand y Simone de Signoret, quienes fueran la pareja más famosa de cine francés, celebraron su boda aquí.

La pequeña localidad medieval de Saint Paul de Vence está ubicada a 18 kilómetros de Niza, hacia el interior. Es un bello pueblo provenzal donde no circulas autos. En su minuto residieron Miró, Braque, Leger y André Gide. También Eze, con su fábrica de perfumes y sus pueblos colgantes vale la pena visitar.

Ventimiglia es un pueblo italiano cercano a Mentón. Ubicado en la costa, es famoso por su mercado de los días viernes donde se puede encontrar ropa italiana, sedas y cuerosa mejor precio que en las tiendas. Además, posee cálidos restaurantes frente al mar.
Y no olvidar Saint Tropez, la que fuera una pequeña caleta de pescadores visitada por Prosper Mérimée, el autor de “Carmen”, la novelista Colette y Brigitte Bardot, la belleza que más tarde se lamentara por el boom que pondría fin a la tranquilidad de aquel recodo.

DATOS DE INTERES
Eventos: El Carnaval de Niza es durante la segunda semana de febrero. Es un colorido espectáculo con gigantes cabezudos con challas y cerpentinas que caen desde el cielo. Es uno de los eventos más animados y célebres de la ciudad.
Festival de Cine de Cannes en el mes de mayo.
Festival Internacional de Jazz de Niza, generalmente en Julio.
Información turística y links: Oficina de Turismo de Niza: Paseo de los Ingleses nº5. Provve de muy buena información en distintos idiomas, además de dar los datos con horarios y precios que varían según temporada. Fono: 33 08 92 70 74 07, fax: 3304.93.92.82.98
www.nicetourisme.com (sólo inglés francés, italiano y alemán)
www.cote.azur.fr/ville_nice_1145.htm (castellano)
www.nice-coteazur.org (inglés y francés)
Cómo llegar: El aeropuerto de Niza es el segundo en importancia del país por lo que hay mucha variedad en vuelos. Si se encuentra en Francia, desde París hay muchas ofertas. Aunque el tren también es muy conveniente ya que hay varios trenes de alta velocidaddesde Lyon o PArís. Para información de trenes visite www.sncf.fr .

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