Con un amigo hablábamos de hacer una fiesta de disfraces que se llamase «MI dictador favorito». Como ambos teníamos dictaduras en el cuerpo, podíamos hacer uso y desuso de humor negro tras tan célebre cumbre. Yo quería disfrazarme de cierta adicta a los zapatos y él de empanada árabe para jugar con el nombre de una cagada centroamericana.
Pues bueno, el genial trabajo de la artista Nina Maria Kleivan me ha traído el recuerdo de tan macabra idea.
vía Tacchi (que me rebotó por Ricardo Green)
pues yo iba a venir como Pol Pot (a la fiesta esa), pero ya no fumo tanto. Lo de los bebes me parece obsceno de alguna manera.