Los nuevos artistas de la escena contemporánea se robaron la película en esta útlima edición de la Feria ARCO, la más importante muestra del arte contemporáneo de España. A través de ellos conviene ver en qué está la creación actualmente. Una clave importante: no son el arte que viene, sencillamente son el arte de ahora mismo.
“¡Hostias, ¿y a esos subnormales qué les pasa?!”… “¿Quiénes son esos freakys en bolas?”… “Jolines, yo no sabía que los chilenos eran tan bestias.”
El murmullo crecía y crecía alrededor de un televisor que exhibía eternamente la experiencia del fotógrafo Spencer Tunick en Santiago de Chile, cuando miles de piluchos se tomaron el Parque Forestal. Al lado de este monitor, una fotografía muy grande, mostraba la misma actividad en Sao Paolo, esta vez todos ordenados casi militarmente y también desnudos.
Un poco más allá, un cerdo disecado y todo tatuado, giraba sobre una bola con “Love me Tender” de Elvis Presley, como música de fondo. Cerca de éste, causaba mucha curiosidad la obra “Fantasmagoría”, una divertida proyección de un ladrón que entra y sale de una fiesta de cumpleaños hecha de papel negro y chinches, sobre una pared blanca. El autor es el artista Francisco Valdés que junto con Demian Schoff fueron los únicos dos chilenos en este certamen. Dicho honor se debe a que la galería ANIMAL de Tomás Andreu, fue invitada por un curador internacional (Víctor Zamudio Taylor) para una selección de lo más innovador dentro de los artistas jóvenes. Allí estaban las gigantescas y perturbadoras fotografías de Demian Schoff que juega con iconografías coloniales y primitivas.
Dieciocho mil personas asistieron a esta edición de la feria que ya lleva 22 años de existencia. Con un presupuesto de 5,5 millones de euros y una representación histórica de 28 países a través de 278 galerías de arte, lo más selecto y lo más innovador de la escena contemporánea se dio cita en Madrid. En la inauguración, hecha por los reyes de España, se pudo ver a Mario Vargas Llosa y otras figuras ilustres contemplando obras como “Las Meninas Robóticas”, un par de maquinitas inspiradas en la obra de Velásquez.
Sobre los 21.700 metros cuadrados de superficie, estaban galerías tradicionales que mostraron los clásicos de siempre: Magritte, Miró, Chillida, Matta, Klee, Léger, Giacometi… hasta un plato de cerámica pintado por Pablo Picasso, avaluado en veinticinco mil dólares, que fue robado del stand de la galería alemana PUDELKO, que inocentemente exhibía las preciadas obras sin protección alguna.
Pero sin duda, lo que más llamó la atención fueron los artistas emergentes. Atravesados por su época, cada uno mostró su locura interior con soportes tradicionales y miradas innovadoras o con técnicas inusuales, los cruces tecnológicos abundaron al igual que híbridos de soportes. Todos con miradas diversas e individualistas, capaces de dar un mensaje coherente de compromiso cívico totalmente alejado del arte político.
Por ejemplo, está la artista catalana radicada en Holanda, Alicia Framis, quien mostró su proyecto anti_dog. Una acción contra la violencia a las mujeres, frente a los ataques de skin-heads, violadores, sus parejas, etc.. Son diez modelos de trajes realizados con twaron, un tejido anti-balas, que no se inflama y que es resistente a las agresiones pero a la vez de gran distinción al ser de color dorado. Para ellos, contó con la colaboración de Channel, Dior, Karen Park Goude, Hussein Chalayan, entre otros. La idea de la ropa era que tuvieran los mismos atributos que las “zonas seguras “ de las ciudades: moda, glamour, exotismo y diferencia. La acción, viene de ser mostrada en el Palaise de Tokio en París.
Más que nada, en este arte de hoy aparecen figuraciones, no hay imágenes nuevas si no que las mismas tratadas con otros medios: desde el video y la instalación, a la prevalencia de la pintura pero con la inclusión de una cierta tendencia hacia la ilustración, el regreso de la figuración y la fotografía que se renueva sistemáticamente.
Hay algo entre publicidad, periodismo y caricatura; una denuncia atravesada por el humor. Como un gran mapa de América donde miles de cabezas de Michey Mouse van llenando el continente de norte hacia el sur.
Entre tanta mezcla, a veces no queda claro cuál es la intención del artista. Es el caso del norteamericano Paul M Smith, que con su serie THIS IS NOT PORNOGRAPHY (Esto no es Pornografía) se vale de técnicas de manipulación de imagen que sí son burdas y gratuitas. En ellas, aparece él manoseándose sus propios pechos de mujer.
En la fotografía, además hay mezcla de óleos o revelados en distintos soportes, como acrílicos o gelatina de plata.
En fin, se presenta como un arte sin necesidad de trascender, confirmando la tendencia de los noventa donde la novedad ya no es prioritaria, y atravesado por un híbrido de mensajes y técnicas que sólo se puede dar en un mundo global, mezclado y confuso.