Cuando Dante se fue a buscar a Beatriz por el esos lugares tan re chungos pasó por el Limbo, primer círculo del infierno, un lugar técnicamente medio tibio en el que no había gente abiertamente mala si no que podías encontrar valientes poetas, guerreros y niños sin bautizar. La Iglesia, con su misericordia divina, se inventó este paradero para aumentar la angustia existencial. No era el Cielo y sus características de barrio alto, ni el infierno arrabalero, si no una cosa ni fú ni fa, que no es terrible pero tampoco es la hostia. Según el sitio más visitado por escolares el Limbo descrito por Dante es:
Hogar de Virgilio, lugar de la pena sin sufrimiento, vaya del deseo sin cumplimiento…
Digamos, una clase media aburrida. Una clase media europea, jamás latinoamericana.
Pues resulta que la noche del 20 de abril nos acostamos con limbo y una pila de guaguas sin agua bendita flotando en la anorgasmia y el 21 de abril cerraron el chiringo, trasladaron a los bebés al paraíso y aún no sé qué coño pasó con Virgilio y toda la pila de gente que se venía juntando allí.