La cineasta francesa Nadine Trigtignant, madre de la actriz muerta hace menos de un año debido a los diecinueve golpes mortales que le asestó su novio en plena cara, publica por estos días “Mi Hija Marie, Carta Abierta A Una Víctima De La Violencia De Género”, es el desesperado gesto de una madre, consumida por el dolor, la rabia y el odio.
“Un hombre furioso y bestial se dejará llevar hasta el asesinato, porque se encontrará furioso o saturado de vino, inspirado por la ira o el alcohol. Es malo”. Esa declaración no la hizo la directora de cine Nadine Trigtignant en ninguna de las 150 páginas que componen el libro que escribió en un intento de palear el dolor por la pérdida de su hija. Tampoco la dijo durante los actos frente a la prensa española mientras lanzaba “Mi Hija Marie, Carta Abierta A Una Víctima De La Violencia De Género”. De hecho nunca la ha pronunciado. Casualmente la escribió años atrás la novelista francesa Colette, en su obra “Mujeres”. A modo de coincidencia macabra, lo hizo aquella libertina e independiente fémina que escandalizó a la sociedad parisina con su desenfada sexualidad y libertad, hacia fines del siglo XIX y mitad del XX. La misma cuya vida habían escrito y se encontraban rodando madre e hija en Lituania cuando la vida se detuvo. Como muchas francesas, ambas admiraban a Colette. Nadine, la madre, era la directora y su hija -“como no podía ser de otra manera”- protagonizaba a la mismísima Colette.
“La tenía durante 10 horas ante el objetivo de la cámara y no supe ver lo que estaba pasando”, ha dicho a los medios y en el libro escribe entre remordimientos “Reservaba mi energía para mi trabajo. No te veía como hija, sino como Colette. Quería plasmar esa visión de la escritora cuya libertad tanto nos había seducido… no pude ver cómo te convertías en un ser sombrío, asfixiado por la tela araña que el futuro asesino tejía a tu alrededor”. Durante todo el proceso de grabación Marie estuvo acompañada por su novio, por “su asesino”, como le gusta aclarar a Nadine. El cantante de rock francés Bertrard Cantat, un hombre conocido por su actitud contestataria y por el apoyo a diversas causas antiglobalización y defensa a los derechos humanos, llevaba ocho meses junto a la actriz, quien había abandonado a su marido por él. “Parecía muy enamorado de mi hija, era un hombre encantador”, recuerda la directora.
Nadine Trintignant ha hablado por primera vez a la prensa. Dice que no es casual que lo haga en España ya que cree en el compromiso del nuevo gobierno de Rodríguez Zapatero de luchar contra la violencia de género. Para la presentación la acompaña la directora de cine español Icíar Bollaín, quien estremeciera el año pasado con el drama “Te Doy mis Ojos”, una cinta sobre violencia doméstica. Ella es quien escribe el prólogo del libro, donde rescata el coraje de la escritora y el hecho de poder escuchar, por primera vez, el testimonio de la madre de una víctima mortal. Trintignant no se saca los enormes anteojos que cubren su rostro atravesado por un rictus de amargura. De entrada advierte: “Estoy rota por dentro. Tomo calmantes. No soy creyente, pero estoy convencida que Marie es la fuerza que me hace falta…Es la primera vez que hablo de mi hija en público. Ella me da fuerzas para intentar llegar a otras mujeres.”
Cuenta que durante su vida ha luchado por muchas reivindicaciones sociales, como el aborto libre, por ejemplo, y que con su testimonio se ha propuesto crear conciencia en la mujeres para que hablen, para que denuncien y para que se cambie la ley que condena con irrisorias penas –que escasamente se cumplen- de entre 1 a 15 años de cárcel al hombre que asesina a su pareja. “Yo tenía que terminar mi película; durante el día me servía para levantarme y poder vivir. Por la noche, en horas de insomnio, me comunicaba con ella a través del ordenador. Este es el primer propósito por el que comencé a escribir su historia. Después, con tantas mentiras de la prensa, pensé que esto podría reestablecer la verdad para sus hijos y su familia y toda la gente que realmente quería saber lo que pasó. Espero que el libro ayude también a las mujeres que sufren violencia”, pero aclara, “escribir (el libro) no fue un acto de valentía. Tenía una relación muy próxima con mi hija, hemos hecho muchas películas juntas, nos veíamos todos los días, ella era muy maternal por lo que escribir el libro era un medio de comunicarme con ella”.
De hecho era un modo usado entre ambas. “Dos semanas antes de su muerte Marie me escribió un mensaje al celular, un verso de Baudelaire: “Se prudente, oh dolor mío, y mantente más tranquilo”, esa frase nos la habíamos mandado otras veces, pero en este caso firmaba: “Tu hija maltratada”. La madre pensó que era por las exigencias que le hacía a su hija durante la filmación.
El remordimiento y la culpa cruzan a la directora. Nadine se reprocha no haber sabido interpretar las señales, pero se contesta desesperada que no podía imaginar que su hija, una mujer independiente y de espíritu libre, pudiese ser una mujer maltratada. Ha leído mucho acerca de este tipo de casos y habla con mucho dominio todo lo relativo a la violencia de género. “Al maltratador le atraen las mujeres independientes. Hay hombres que juegan a intentar captar mujeres libres e independientes para someterlas o quitarles su identidad. El maltratador se ceba más en la mujer libre que en la sumisa. Su sumisión es una victoria ya que el maltrato es una exhibición de dominio. Él hizo pensar a Marie que estaba enamorado de ella, para luego hacerle creer que no era nada. Hizo lo imposible para alejarla de sus cuatro hijos, de su hermano, de mí, del cine. Estaba celoso de todos quienes la amaban”.
En el libro lo dice más claro: “Tú asesino te quería sólo para él. Se pegó a ti. Creíste que era amor. Era sólo instinto de posesión. Lo contrario del amor.”
“Estás por todas partes. Me sorprendo acechando tus llamadas, tu risa…Marie, ¿cómo va a ser mi vida sin ti? No puedo evitar esperarte”. Confiesa que siente odio. Odio a raudales hacia Cantat. Que su hija le pidió expresamente durante las semanas en Lituania: “No le hables de mí”. Y ella, como cualquier madre, pensó que siempre sabría lo que necesitarían sus hijos y que llegado el momento Marie le contaría que pasaba. “Los últimos días de la vida de mi hija, durante el rodaje, a menudo tenía mala cara por las mañanas. Yo le pregunté un día si era feliz y ella me respondió con una mirada”.
“Era fuerte tu asesino, su poder sobre ti. No quise hurgar en ti para encontrar los que habías decidido ocultarme: No vi, no comprendí, ¡me lo reprocho tanto!…Tu última hora fue una tortura y yo no estaba allí para protegerte”.
Han pasado 10 meses de la muerte de su hija por muerte cerebral. Diez meses en los que ha tenido que seguir viviendo y trabajando. Durante la postproducción de la serie Colette ha tenido que visionar constantemente las cintas en las que aparece su hija. Confesó, en una entrevista al diario “La Vanguardia” que era terrible hacerlo pero que “Marie renacía haciendo su oficio, excepto en las escenas de amor. Hoy sé por qué: a su asesino no le gustaban. Tampoco le gustaba que comiera con el equipo, la apartaba de nosotros”.
También durante estos diez meses tuvo que enfrentar el juicio a Cantat, condenado a 8 años de cárcel y en espera del resultado de su apelación, ver “la defensa de ese monstruo, sus mentiras y ese eterno engaño social que tanto daño hace: los periódicos hablando de amor y pasión. Llamemos las cosas por su nombre: se trata de posesión y de pulsión de muerte. Se trata de un crimen cobarde. La muerte es todo lo contrario al amor”.
Durante el juicio no supo si Cantat la miró. No pudo mirarlo. Confiesa que al morir su hija se siente culpable de estar viva. “Me persiguen las imágenes que no vi. Aquella noche había doblado mi dosis de somníferos; sino, tal vez lo hubiera presentido. Parece que la discusión duró una hora, que le propinó varios golpes en plena cara hasta dejarla en coma. Si la hubiese llevado inmediatamente al hospital podría haberse salvado…La desnudó, la arrastró hasta la cama, la colocó de lado para que no se viera su perfil destrozado y la cubrió con una manta. Luego estuvo hablando por teléfono por cuatro horas. Llamó al ex marido de Marie, a los músicos y a su ex mujer que vino al hospital la noche siguiente. Ella le contó al hijo mayor de Marie que a ella también la había maltratado, pero tras hablar con el abogado de Cantat, lo negó todo en el juicio. Había mandado a varias mujeres al hospital pero ninguna lo denunció”.
Una periodista de “El Periódico” de Cataluña le pidió que recordara un momento feliz con su hija:
-“¡Son tantos! ¡Y tengo tantos secretos compartidos! Pero recuerdo un día en que Marie me hizo muy feliz. Me dijo que Vincent su hermano, era el ser humano al que más próxima se sentía. Y me emocionó”.