Wole Soyinka (1934) y la espiritualidad africana

wole soyinka

Cuando en 1968 ganó el Nobel de Literatura, Wole Soyinka se convertía por partida doble en el primer escritor negro y en el primer africano en recibir el máximo galardón de las letras. No pudo ir a recoger el premio. No fue que, como escritor comprometido que es, le viniera una arrebato a lo Sartre y lo rechazara. No. Soyinka cumplía uno de los dos años de condena con régimen de aislamiento que le habían caído durante la Guerra Civil de Nigeria (1967- 1970), acusado de conspirar con los rebeldes de Biafra. Un conflicto que dejó -según Wikipedia- 3 millones de muertos.
Ha sido una de las figuras invitadas al VII Festival de Literatura Internacional de Berlín deleitando al público con dos conferencias. La primera, sobre los niños soldados y los dramas nigerianos y todo esto en su obra. Y la segunda, sobre la situación de los refugiados en Dafur y la sangrienta dictadura sudanesa.
Sobre lo primero, una de sus reflexiones fue más o menos la siguiente:


“Para variar trajeron especialistas de afuera, sicólogos y siquiatras occidentales para tratar a los niños que habían combatido en algunas de las milicias que usaban niños para combatir y se empeñaron en convencerlos que no tenían culpa de nada, que no debían sentir culpa de nada…Estamos hablando de chicos que vieron morir a sus familias, que muchos de ellos fueron obligados a matar a sus familias, a violar a sus vecinas o a masacrar una aldea completa…Hemos llegado a un punto de horror donde se ha violentado el último reducto de inocencia: la infancia…”



“No se trata que nos perdonen estos chicos. No se trata de pedir perdón. Lo que podemos hacer es respetarles que tengan esperanza, como la mayoría de ellos ha manifestado.”

Sudán es un país en el noreste africano, frente a Arabia Saudita. Pertenece tanto a la Unión Africana como a la Liga Árabe. Actualmente se vive una conflicto que de modo muy simplón se puede explicar entre el norte – árabe – y el sur -negro. La matanza de los primeros hacia los segundos, sumado a los 2 millones de refugiados y a las continuas violaciones de mujeres “para que tengas un hijo árabe” hacen urgente, según palabras de Soyinka, que la ONU defina la situación sudanesa como de genocidio y con ello tome las medidas pertinentes.
Sudán es un país exportador de petróleo (aquí el dicho africano de “si encuentras petróleo en tu jardín, tápalo con tierra y olvídalo”) y su comprador no es más que China. Todo ello hace que las presiones hacia las autoridades sean muy difíciles aunque, según se dijo ayer, con los juegos Olímpicos cerca es cada vez más posible hacer presión sobre el futuro imperio. Incluso el año pasado fue el primer enviado chino a visitar un campo de refugiados.
Soyinka dijo:

«Hay una responsabilidad de la ONU. Igualmente que la reacción sobre los Balcanes, aunque tarde, puso fin a la guerra, con Sudán la ONU no reacciona a pesar de las acciones brutales que se están llevando a cabo en la región. Evitar la definición de genocidio a lo que ocurre en Sudán está deteniendo la acción de las Naciones Unidas.»

«A pesar de las sanciones, no hay ninguna nación que haya mostrado su descontento hacia el gobierno de Sudán a través de sus diplomáticos. No hay sanciones políticas, económicas o deportivas».

«Tengo la sensación que a la gente de Sudán no se la ve como iguales frente al resto del mundo. Ya vieron lo rápido que la ONU movilizó tropas en el reciente conflicto entre Israel y el Líbano. ¿Por qué no en Dafur?»

Hace años atrás, leyendo unas estadísticas sobre índices de suicidios a nivel mundial, ví que las más bajas se concentraban en África. De hecho Nigeria lucía un 0%. El índice de suicidio quizás no tiene mucho que ver con los niveles de felicidad. O quizás sí. Me acerqué al sr. Soyinka mientras muy de mal gana firmaba libros y fotos de sus fans. Y entre rabietas y negaciones a las dedicatorias y exclamaciones como que internet es de las peores cosas que nos ha pasado, le pedí que me acosejara leer algo para entender la espiritualidad africana. Se sonrío y me dijo:

«lee a Orishas. Incluso les sirvió a los cubanos para liberarse de Batista».

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