Puta Moda

Mientras trabajaba en Chile, en la redacción había una chica muy linda, con un cuerpo extremadamente delgado pero armonioso. Vestía siempre muy a la moda, muy de vitrina bien combinada. Toda ella era un agrado, además de simpatiquísima y muy dulce, era muy estimulante verle las pintas de revival ochentero punk de macrotienda cada mañana. Sus ojos eran grandes y vivaces y su sonrisa muy fácil.

En el trabajo que tengo ahora, que como ya conté, está muy cerca de la esquinita caliente de las putas, dealers, cafiches y demases, hubo varios días que ví a una prostituta yonki (adicta a la heroína) muy flaquiiiita, con los ojos salidos de las cuencas y sonriendo con compulsión. Vestía de modo barriobajero, entre ochentero y post punk. Un estilo muy de moda, con los pantalones pitillo, ropa ajustada, que parezca carreteada y que parezca vivida. Claro que en el caso de ella no parecía, lo era toda.

Cada día que la veía recordaba a la chilena. Incluso hasta pensé en sacarle una foto y mandársela a la chica chilena con el nombre “tu versión yonki”. Pero claro, me parecía un poco violento, igual quería establecer algún tipo de contacto antes de andar sacándole fotos a una y ver cómo se lo tomaría la otra.  Mis libres asociaciones no son siempre compartidas.

 

Lo que no lograba sacarme de la cabeza era ¿qué hace que la versión de una sea menos atroz que la otra? ¿Por qué una es chic y la otra pa salir corriendo? Con sólo una imagen, sin el entorno, sin sonido, sólo un click y una cosa sale 300 lucas y la otra tres chauchas. Y claro, es que la moda es de por sí copia si inspira en la vida. Y la realidad es así, sin tamices ni brillantinas.

Recuerdo cuando fue liberada Ingrid Betancourt, con la maravillosa jefa que tenía entonces quisimos hacer una nota sobre el Ingrid chic, que era básicamente que la pinta de la rehén a horas de su liberación, era un cruce de pintas que Kate Moss y Sienna Miller llevaban por esos días. Con el peinado de la trenza cruzada y las botas de agua y un ligero look militar. Y claro, no estaba el patio para comparaciones frívolas y no nos compraron la idea. Otros la recogieron sin culpa.

Lo que me lleva a otra asociación y es sobre la línea de ropa creada por un colectivo de prostitutas cariocas. Se llama DASPU y funciona desde hace 5 años. El nombre de la marca no es gratuito. Juega con DASLU, que es una marca de ropa muy cara de Sao Paulo y las palabras De Las PU (tas). Ellas son las responsables de crear su propia línea de ropa. Con la plata de las ventas pagan sus campañas destinadas a la prevención de enfermedades sexuales, como también a la visibilidad del oficio de un modo cotidiano y dignificante.

“Nosotras siempre hicimos moda e inspiramos a estilistas y a otras mujeres. Llegó la hora de producirla también”, dijo al inicio de esta empresa Gabriela Leite, una de las responsables.