Se busca pene humano

pico El singular Museo del Falo de Islandia contiene ejemplares de noventa especies del reino animal y está a la espera de la donación de algún homo sapiens

«Comencé la colección cuando alguien me dio el pene de un toro en octubre de 1974. En la antigüedad, acostumbrábamos a secar los penes para crear látigos para los animales. En esa época yo era el director de una escuela secundaria en el sur de Islandia. Muy cerca de allí había una estación ballenera y algunos de los profesores trabajaban allí durante las vacaciones de verano. Tras el primer pene, los maestros comenzaron a traerme más y más penes de la estación ballenera. Creo que lo hacían para molestarme. Y fue así, como poco a poco, la idea de coleccionar falos de otras especies comenzó a fraguarse».

Quien habla es Sigurdur Hjartarson. Un islandés nacido en 1941, historiador con un postgrado en Historia Latinoamericana. Un hombre tranquilo que lleva casado con las misma mujer desde los veinte años. Abuelo y padre querendón, que tras vivir en Suecia, México y Sevilla y dar clases durante 25 años en Islandia se retiró en 2004 a Húsavík, un pequeño pueblo en la costa norte de Islandia, con su pequeño museo de penes de animales, el que ha ido ampliando con paciencia y colaboración hasta llegar a los 265 ejemplares de 90 especies diferentes.

La idea del Museo Phaleológico de Islandia o de la Faloteca Islandesa, como la ha traducido él mismo en su muy curiosa e instructiva web, fue recibida con extrañeza y recelo por sus amigos y autoridades locales.

«Algunos pensaron que era extraño coleccionar esto, otros que era queer o pervertido. De todos modos abrí el museo en Reykiavik en agosto de 1997 con 60 ejemplares. Luego me mudé a Húsavík y me traje el museo», cuenta y agrega orgulloso, «Mi colección es única y creo que no hay ninguna así en el mundo. El museo no tiene nada que ver con erotismo o pornografía».

Está muy orgulloso, hasta tiene un himno compuesto por un Wolfgang Muller. Se llama Das pe-pe-penis museum von Reykjavík (El museo del pe pe pene de Reykjavík).

¿Cuál es el más grande y el más pequeño de los penes que tiene su colección?

El más largo es el de un cachalote y mide 170 centímetros de largo y pesa 70 kilos. El más pequeño es el hueso del pene de un hámster, de menos de 2 milímetros.

¿Cómo consigue los falos?

La mayoría de los falos han sido donados por biólogos, pescadores o cazadores. Las ballenas varan en la playa, las más pequeñas y las focas son cazadas con redes; a los zorros, minks y roedores los matan por todos lados; los animales domésticos vienen de los mataderos, etc.

¿Cómo reacciona la gente cuando ve la colección?

La gente reacciona generalmente bien cuando la ve. Es curiosa y está bien organizada y presentada.

El 60% de las visitas son mujeres. La fama del museo ha ido creciendo y el año pasado hasta obtuvo ganancias. La colección se alberga en una casa rústica, típica de esa zona de Islandia y la recibe el pene disecado de un elefante de casi un metro de longitud que se encuentra en la sección extranjera del museo. Es la única pieza que ha comprado.

La mayoría de los falos se conservan en formol. El más impactante es el de la ballena pero el resto, conservado en frascos de cristal de mermeladas, pepinos y otros usos domésticos no son menos interesantes.

Hay otra sección, la folklórica, que incluye esculturas fálicas y bromas relativas al aparato reproductor masculino.

¿Tiene alguna especie humana?

Aún espero un falo humano decente, sólo tengo el prepucio de un islandés de 40 años y un par de testículos de otro de 50 años.

De hecho, el curador ha recibido promesas en vida de algunos. Según una entrevista publicada en mayo de este año en el sitio irlandés RTE, Hjartarson tiene promesas de un alemán, un estadounidense, un islandés y un británico.

Pero al donante islandés le entraron sus dudas. Tras una vida como seductor de mujeres, el anciano de 93 años quería inmortalizar su aparato pero alguien le sopló que se encogía. Así es que ya no quiere que exhibirlo.

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