Proselitismo marica/Paranoia pop

El nuevo enemigo de los inquietantes gemelos polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski, que con muy mal gusto y peor tino gobiernan un país pobre, ultracatólico y traumado, es un Teletubi. Un muñequito lila que estos señores lo ven como un símbolo más del mariconismo internacional y q de no mediar ellos planea tener a la mitad de la humanidad de rodillas mordiendo almohadas y a la otra soplándoles las nucas. No es la primera barbaridad de estos señores respecto al tema. Su ministro de educación anunció prohibición de hablar del tema homosexual «con naturalidad en clases» y marginar a los docentes no héteros. Además se castigará y penalizará cualquier propaganda y/o apología gay, donde caería Tinky Winky.

Queda claro entonces que la artista mexicana Isabel Samaras ya no expondrá en el país de Auschwitz y Wojtyla, el gheto de Varsovia y Kapuscinski.

(«Secretos en la Bati-Cueva 2», óleo sobre madera)
Muy interesante su trabajo en óleo inspirado en el pop televisivo. Secuencias esperadas en el inconsciente colectivo de quienes mamanos series con personajes ultra reconocibles. La mexicana forma parte de los artistas que reivindican la cultura pop como imaginario pictórico y que en Estados Unidos se han ganado el nombre de Low Brow Art o Surrealismo Pop. El más famoso, sin suda, es Mark Ryden. Pero el colectivo de artistas que provienen indistintamente del graffiti, de la ilustración, de la calle o de las escuela de Bellas Artes agitan actualmente el panorama visual de todas las ciudades ante el veto arrogante de los críticos de la alta cultura y la odiosa represión municipal. En Berlín, por ejemplo, están el californiano Mateo y el holandés Johan que mantienen la galería Zozoville.
En Barcelona, casi todos los que pululan por la galería Iguapop y los insurgentes del incivismo. Chilenos, están Víctor Castillo (radicado en Europa) con sus salchichas y esa estética de animaciones de los ’50 y los chicos del colectivo Inoxidable Neo Pop como Jorge González Lohse y sus Condoritos y sus destellos criollos, Mario Z y su insuperable pijo con molotov e Ingrid Lauw y su papel mural digno del test de Rochard.

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