Pobres Japoneses o el Sueño Nipón

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Así como en España los Sin Techo duermen en los cajeros automáticos y en Chile muchos en hospedajes de organismos religiosos o derechamente debajo de los puentes, en el Japón primermundista y tecnologizado 5400 homeless duermen en Cíber Cafés o en Manga Kissa (más o menos lo mismo pero del cómic). Estos refugiados digitales no tienen donde dormir y pagan entre 6 o 12 euros la cabina de banda ancha que les dará cobijo en la larga noche nipona. Algunos les dan bebida y otras hasta ducha. De el dato anterior se puede deducir que no son personas sin dinero ni recursos algunos.

Según datos del Ministerio de Trabajo, sólo 1300 no tienen empleo, 300 un trabajo estable y 2700 trabajan a tiempo parcial o en trabajos no regurales. 600 de éstos trabajan en empleos de menos de un mes e incluso un día. 360 de estos homeless tecnologizados fueron encuestados en Tokyo y Osaka. 40% habían vivido antes en la calle y muchos de ellos tuvieron que ir a la calle luego de un despido o sencillamente no podían permitirse un alquiler teniendo un trabajo. Además de los cíber cafés también muchos optan por saunas y restaurantes de comida rápida.

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Para el ministerio el fenómeno de nómadas de cíber café se explica por la precariedad laboral especialmente entre los jóvenes que deben cambiar de un trabajo a otro constantemente. Cerca de 2 millones de personas no caen dentro del sueño nipón del trabajo para toda la vida, ganan poco y quedan fuera del sistema de pensiones y de salud.

Héctor García, quien se presenta como un «geek» alicantino en Tokio tiene una interesante colección de fotos de japoneses durmiendo, además de una atenta mirada a esta sociedad .

(fuente)

Un pensamiento en “Pobres Japoneses o el Sueño Nipón

  1. Confieso que una vez en Nueva York y otra en Madrid hice hora hasta las 5 am en un cybercafé esperando un vuelo madrugador para ahorrarme el hotel. Es duro, igual, sobre todo a partir de las 3 am y por lo extraños que son los compañeros alrededor. Pero ambas veces me pareció que yo era la única más o menos incómoda, y que alrededor mío había decenas de personas habituadas a no dormir.

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