Las amargas lágrimas de la familia O’Neal

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La historia de la familia de Ryan O’Neal es una espiral de drogas, abusos, violencia y estrellato prematuro

Atrás quedaron los años en que el actor Ryan O’Neal protagonizaba memorables relatos cinematográficos como el drama Love Story en su juventud, por el que estuvo nominado al Oscar como mejor actor, o Barry Lyndon, bajo la dirección del maestro Stanley Kubrick.

Quien fuera uno de las grandes promesas de Hollywood ha dejado una amarga historia de maltrado familiar y drogas, con una convulsionada vida que es difícil de entender cuándo comenzó y por qué. Tres de sus cuatro hijos han ocupado junto a su padre terribles y violentos titulares y en los dos últimos años, Ryan fue arrestado por dispararle a su hijo Griffin (de 44 años) y hace unas semanas, fue nuevamente detenido por posesión de drogas junto a su hijo menor, Redmond (de 22).

Tatoom, la mayor, alejada hace mucho de las viejas glorias que la convirtieron en la actriz más joven en recibir un Oscar, también fue detenida en junio mientras compraba crack y cocaína.

Joven promesa, temprana decepción

Fue ella quien dio la primera señal de alarma sobre que algo no funcionaba con su rubio padre. Lo dejó claro en Una vida de papel, sus memorias de infancia, editadas por su terapeuta. Con ese título, Tatoom jugaba con el nombre del film que la encumbró a la fama a los nueve años, Luna de papel, dirigida por el gran Peter Bogdanovich.

Aquella memorable noche en que ganó el Oscar como mejor actriz de reparto con tan solo 11 años, Tatoom estaba sola. Su padre se encontraba en Londres rodando Barry Lyndon, y su madre, la actriz Joanne Cook Moore, ni idea. Ella y su hermano Griffin fueron alejados de su progenitora a los 7 años debido a su problema con las drogas. La pequeña sólo atinó a espetar emocionada: «lo único que puedo decir es que le agradezco esto a Bogdanovich y a mi padre».

Ganar el Oscar fue lo peor que la niña pudo hacer a su padre. Según cuenta en sus memorias, Ryan O’Neal estaba en la cima de su carrera, esperando un reconocimiento de la Academia y los celos se cruzaron para siempre en su amor hacia la pequeña.

«Los celos y la violencia son algo frecuente en las familias de los famosos. Me contaron que cuando gané el Oscar mi padre me pegó. No lo recuerdo… Lloré durante las fiestas del circuito hollywoodiense, crecí entre drogas y sexo antes de entrar en la adolescencia… intenté aferrarme a él e incluso mirar a las mujeres de su vida: Bianca Jagger, Anjelica Houston, Melanie Griffith y muchas más. Entre más amor creaba, él crecía en su distanciamiento y su agresividad emocional y física hacia mí. El rol que me pertenecía nunca fue escrito en el guión de Ryan», explica Tatoom.
Su padre le daba cocaína para que adelgazara cuando era adolescente y de niña le enseñaba que la marihuana era más o menos similar a la valeriana. También le dedica macabros pasajes a Griffith, a quien acusa de darle opio y hacerla participar en orgías cuando era una adolescente.

Tatoom O’Neal se casó con la estrella del tenis John McEnroe. Nadie de su familia asistió a la ceremonia. El matrimonio fue violento y duró menos de seis años dejando tres hijos que, tras un paso por tribunales, se quedaron con el padre.

Las memorias de Tatoom, que describen episodios de violencia y maltrato de su padre y ex esposo, están dedicadas «con amor» a ambos. Tanto el actor como el tenista enviaron comunicados en los que rechazan los testimonios de la mujer mientras le desean que se rehabilite y pueda mirar con claridad su pasado.

Hijo sin dientes

En 1986, Griffin O’Neal fue tristemente célebre al estar envuelto en el accidente en el que moriría Gio Coppola, el hijo de Francis Ford. Griffin fue juzgado y tuvo que pagar 120 euros de multa y 18 meses de libertad vigilada en 1987. Macabras coincidencias aparte, el nombre de Ryan O’Neal se había barajado para interpretar a Michael Corleone en El Padrino, en 1972.

A Griffin tampoco le fue mejor con padre. A los 14 años le voló dos dientes de un puñetazo y la espiral de la violencia llegó al paroxismo cuando en enero del año pasado, su padre le pegó un balazo.

La historia tiene tela

La tercera mujer de O’Neal y con quien ha tenido una relación tan intensa como intermitente, no es ninguna desconocida. Es la mismísima Ángel de Charlie Farrah Fawcet. Durante la última reconciliación con el actor, se disponían a celebrar sus 60 años y que la actriz había superado el cáncer que la aquejaba. Todo estaba dispuesto para una fiesta espléndida bajo la luna de su residencia en Malibú.

Según contó el actor al periódico Los Angeles Times, su hijo Griffin llegó sin ser invitado a la fiesta y en un minuto cogió el atirazador del fuego de la chimenea amenazando con agredir a su padre. «Apuntó a mi cabeza, me agaché y dio a su novia en la cabeza. Ella tiene 22 años y está embarazada de siete meses. Entonces me puse un poco nervioso y fui al dormitorio a por mi pistola». Al volver, su hijo continuaba con el atizador en la mano, «por lo que disparé contra la barandilla, lo que le asustó y huyó».

Ryan O’Neal fue acusado de agresión con arma y uso negligente de la misma. El artista tuvo que pagar una fianza de unos 38.500 euros para recuperar la libertad.

El benjamín de la familia

El único hijo que tuvo con Farrah Fawcet es el protagonista de la última historia de O’Neal. Redmond acaba de ser sentenciado a un tratamiento de rehabilitación tras ser detenido junto a su padre hace una par de semanas en posesión de drogas.

En 2005, el más joven del clan O’Neal, que ha entrado en procesos de rehabilitación una docena de veces, ya fue declarado culpable de posesión de cocaína y metanfetamina.

Ryan O’Neal fue diagnosticado con leucemia en 2001. En 2006 ganó la batalla contra el cáncer.

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