El derecho de anular en paz

¿Por qué anular? La razón es muy simple: porque es la opción que me interpreta. Si no te gusta ninguno de los dos equipos, si no te gusta lo que te ofrecen, entonces anulas. Si eres de derecha y no te gusta Piñera, ¿por qué votar por Frei?. Si estás hasta las masas de la Concertación y de los socialistas y los dc no tienes por qué castigarla vía Piñera. No basta con desilusionarse de los hombres para ser lesbiana. Cruzar la otra orilla es cuestión de deseo, no de descarte.

Ahora que los nulos contamos como la chaucha pal pan, salen los clásicos desesperados, los mismos que asumen la segunda vuelta como un ritual para ejercer su taimado voto de castigo, persiguiendo a los blancos y a los nulos como los romanos a los judíos. Nos señalan como a unos criminales, infantiles e irresponsables por votar de acuerdo a lo que pensamos. No es la primera vez que tengo que escuchar que anular es de cobardes. Es triste, pero se ha normalizado el hecho de que uno piense y desee una cosa pero opte por lo que le disgusta. Un país disociado, ya lo sabemos.

Créanme que si pudiera votar en contra lo haría ya que tengo clarísimo quien no me gusta. Pero no existe esa opción y votar “por el mal menor” en una elección donde esos límites están difusos no me parece responsable. Si quiero que los políticos, a los que les pagamos un sueldazo, se reordenen y trabajen mejor, tengo que expresarlo de alguna manera y el rechazo tiene forma de nulo.

Si durante toda una legislatura, los mismos que hoy corretean a los nulos y a los blancos se concentraran en sacar adelante una ley que permita a los miles de chilenos que viven fuera votar, que las inscripciones fueran automáticas y los votos voluntarios y que pudiésemos hacerlo por correo y así veranear tranquilos, otro gallo cantaría.

Pero seguimos con leyes electorales jurásicas y patéticas que nos asemejan más a Afganistán que a un país desarrollado con las mesas divididas por sexos y franqueados por militares con metralletas. Sólo las recordamos cada cuatro años como aquel engendro del sistema binominal y nuestros políticos lloran pero no las cambian. Así que porque yo responsablemente opto, anulo mi voto.

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