DETRÁS DE CANNES

Elenco de Broken Flowers

Todo partió con Woody Allen y Scarlett Johanson tomados de la mano, atravesando la conocida alfombra roja que conduce al Palacio de Festivales de Cannes, para estrenar mundialmente Match Point, su última película, donde presenta a un joven que asciende socialmente, – a las cumbres de la sociedad inglesa- y las “terribles consecuencias de su ambición”.

Luego George Lucas y su Episodio III de la Guerra de las Galaxias: La Venganza de Sith, con la hermosísima y calva Natalie Portman y Hayden Christensen. Así y así se fueron sucediendo los días y las estrellas que paseaban saludando- Sharon Stone, Bill Murray, Emir Kusturica, David Cronemberg, Javier Bardem-, a los flashes de los reporteros gráficos obligados a andar de etiqueta en la zona de la alfombra y las sesiones especiales de fotos para retratar a celebridades de la talla de Gus Van Sant, Juliette Binoche, Tommy Lee Jones, Salma Hayek y los cuatro mil periodistas acreditados, despachando a todos los rincones del mundo. Todo estaba perfectamente ordenado y coordinado, salvo un par de aguaceros primaverales que empaparon tan magna parafernalia y obligaron a algunos famosos a chapotear por la alfombra, cobijados bajo un paraguas.
Dentro del edificio se sucedieron las conferencias de prensa de todas las películas y para las más esperadas, como la de George Lucas, hubo que reservar cupo con días de antelación y la mayoría de los profesionales quedó fuera. Espectáculo implícito y aparte era la prensa, que corría de un lado para otro, reporteando, despachando, asistiendo; profesionales de todos lados, desde africanos con coloridos trajes tipo túnica y gorro hasta japoneses desgarbados y ultramodernos, con una serie de pequeñas herramientas multifuncionales para desmantelar una bomba atómica y de paso mandar un mail. Entremedio de esta fauna aparecía implacable y travieso el chileno Iván Guerrero, notero de CQC, que se anotó un gran poroto al preguntar a Robert Downey Jr, en plena conferencia de prensa moderada por un parsimonioso francés, qué consejo le daría a Michael Jackson para sobrevivir en la cárcel.
El Festival de Cine de Cannes consiguió llamar la atención de todos durante sus once días de fiesta, envolviéndose en un halo de garbo y buen nivel que dio vuelta al globo. Ganaron la Competencia Oficial los hermanos belgas Luc y Jean Pierre Dardene con L’Enfant, pero también recibieron distinciones el austriaco Michael Haneke como mejor director de Caché, -un film de factura gala-, Jim Jarmusch con la buenísima Broken Flowers y Tommy Lee Jones auto dirigiéndose en The Three Burials of Melquíades Estrada, su primera obra como director.
En la oscuridad quedarán datos como los que consignó un periodista español de El País en una lamentable y breve nota donde denuncia que la productora norteamericana, dueña de los derechos de la película Broken Flowers, pretendía cobrar a la distribuidora en España la friolera de US$10.500 a un total de siete medios para entrevistar al director, el creador independiente Jim Jarmusch y al protagonista Bill Murray. La empresa sí pagó, sin embargo, US$1500 para entrevistar al director Gus Van Sant. De más está preguntarse a dónde llevará esta práctica a la libre cobertura de información.
Con más de cien cámaras de vigilancia permanentes en la ciudad y 50 adicionales para el festival, sumadas a las cinco unidades especiales de policía con 450 hombres, 180 policías locales, 130 policías municipales, 150 gendarmes, policías a caballo, entre otros, además del servicio lanchas de vigilancia desde la bahía, este fue sin duda, la edición más segura de Cannes. “Debido a la situación internacional”, decía cortésmente la organización para explicar la extrema seguridad que obligaba a pasar por un detector de metales y abrir los bolsos a todos los paticipantes al evento. Ni siquiera había un lugar para dejar los computadores portátiles o bolsos.
Pero todo esto es parte del juego. Lo que quizás la mayor parte de la gente no sabe es que detrás de todas las secciones como la Competencia Oficial, La Selección Oficial, Un Certain Regard, Cinefondation, Cannes Clássics, Autor de la Selection y otras, hay una maquinaria gigantesca que convierte a este encuentro en la Costa Azul en el mayor mercado de compra y venta de películas del mundo. La única manera de entrar al Festival es con acreditación o invitación –no hay manera de comprar abonos, como en otros festivales internacionales de cine- y para ello o eres periodista o estás promocionando, comprando o vendiendo. Dentro de las actividades que se llevan a cabo en la parte posterior al gran Palacio, donde se encuentra el Mercado del Film (Marchè du Film, como se llama oficialmente) cada mañana desayunan 200 productores de todo el mundo en La Red de los Productores y se centran en un tema específico de la industria.
Este año El Mercado del Filme alcanzó los nueve mil participantes, con mil cuatrocientas proyecciones de películas y trescientos ochenta expositores que venden y muestran o programan cine. Para que el lector se haga una idea, el espacio es, en término vulgares, como la feria de Lo Valledor o la Vega, donde en vez de lechugas, zapallos y tomates, hay comedias, documentales y thrillers; un mercado gigante con stands donde están representadas las distribuidoras y vendedoras de películas con su muestrario, afiches promocionales y dvds, listas para cerrar contratos con los agentes que han sido enviados a comprar un cierto stock de filmes. Muchas son distribuidoras independientes y otros, como España, por ejemplo, optan por representar su industria como país en un gran espacio con todas sus películas que día a día se proyectaban en distintas salas. De Latinoamérica, sólo Brasil, Argentina y México estaban presentes. También muchos representantes de festivales de cine asisten a este mercado para negociar y ver lo que podría ser su programación futura.
Las productoras, además, llenan de información cada día, los casilleros asignados para cada periodista con información de sus películas, a ver si así consiguen promoción.
Muchos de los contratos que aquí se cierran vienen siendo negociados de hace un tiempo, sobretodo si se trata de grandes empresas y grandes películas (debidamente representadas en grandes distribuidoras). Pero otros, la gran mayoría, no y las razones para que algún agente llene su listado de compra de tres comedias, dos dramas, un western, cuatros de animación, etcétera, pueden ser tan elevadas, como que conozca al director de una película o al protagonista o simplemente porque el título le suena simpático y es así como piden material y van mirando. Como ejemplo y para cerrar esta crónica, un agente inglés preguntaba en un stand “¿Qué dice ese título?” “Judíos en el Espacio”, le contestaba la encargada, “Oh, ese es un título hot, déme una”.

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