Cosidos a la misma estrella

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La magia dispara infinitas lecturas más allá de Harry Potter como fenómeno editorial. En el MediaLab Prado, por ejemplo, llevan ya su par de años trabajado con la relación entre ésta y la tecnología. Y en el santiaguino Matucana 100 han montado la maravillosa exposición Objetos Mágicos, que revisa la relación entre la magia y las artes visuales. Curada por el inabarcable Renato Bernasconi (¡que condense su TODO en la web ya!) y con  la asesoría mágica de Juan Esteban Varela, uno de los mejores magos del cono sur, la muestra expone célebres piezas de la magia:

Todas ellas son objetos que estimulan el pensamiento mágico y desafían el orden racional, ofreciendo experiencias inexplicables y asombrosas que, reales o no, tienen la facultad de sumergirnos en un mundo perturbador donde las relaciones de causa y efecto permanecen ocultas. Este tipo de pensamiento – mágico – es  lo que esta exhibición estudia y a su vez desea ocasionar

Allí estarán diversos objetos, entre los que destaco la Caja para partir en dos a una mujer, el Psicomantium, la Campana espiritista (en la foto),  Radio verbimágica (que irá emitiendo trucos a los oyentes) y la Hostia, a la que define Bernasconi con maestría:

Según un canon del Concilio de Trento, este trozo de pan sin levadura se convierte en Cristo. Sin lugar a dudas, la transustanciación es uno de los efectos de transformación más espectaculares que conocemos.

Por su parte Juan Varela, discípulo del tremendo Tamariz, está terminando de pulir su espectáculo de magia para ciegos que aterrizará en Chile dentro de este año. La idea es montarlo ante un público tanto de videntes como de invidentes en una sala completamente oscura y todos vivirán el proceso mágico con los mismos sentidos. El infinito Varela también ultima detalles de sus sesiones mágicas de ouija en tres actos: «la magia y el espiritismo están estrechamente ligados», creo que fue lo que me dijo antes de explicarme la increíble historia de las hermanitas Fox.

Margaret y Kate nacieron en el siglo XIX en la década de los años ’30 y no fue hasta 1848 que en la vieja casa donde vivían junto a sus padres y su hermana mayor, Leah, sintieron los intimidantes golpes que comenzaron por llamar la atención de los padres, luego de los vecinos y más tarde del mundo entero.

Margaret y Kate se hicieron célebres en poco tiempo y, apoyadas por los cuáqueros, se convirtieron en un punto determinante de las sociedades de espiritismo de Estados Unidos. Las llevaban a cuanto lugar eran requeridas  para que se comunicaran con los espíritus y se sintieran los ruidos que anunciaban la presencia de los fantasmas.

Como buenas niñas célebres se aficionaron al alcohol y mientras cada una iba haciendo carrera como medium, su hermana Leah empezaba a preocuparse por el desiquilibrio de sus hermanas menores, a quienes siempre siguió de cerca.

Pero ellas ya estaban montadas en el espíritu de la botella y en 1888, según cuenta Arthur Conan Doyle en The History of Spiritualism, Margaret demostró, ante un auditorio de dos mil personas, que los ruidos los producía ella con un chasquido en los dedos de sus pies y con 15oo dólares sobre la mesa detalló cómo su hermana mayor había sabido capitalizar la travesura de las menores al enterarse que los golpes del más allá eran del más acá.

El escándalo fue mayúsculo. Kate escribió una carta en la que demostraba su impacto ante el ataque de su hermana contra el Espiritismo pero no negó la versión. Al año siguiente Margaret se retractó de lo dicho pero ya era demasiado tarde. Ambas hermanas fueron rechazadas por sus pares y amigos y en menos de cinco años murieron pobres, solas y enterradas en fosas para indigentes.

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