«La testosterona, considerada por el discurso científico como una hormona ‘masculina’, es una droga política cuyo uso está regulado por las instituciones médicas y jurídicas. Si te han asignado sexo femenino en el nacimiento, como en mi caso, el único modo de acceder legalmente es declararse enfermo mental, «disfórico de género», y entrar en un protocolo de reasignación de género. Mi último libro, Testo Yonqui, es precisamente el registro de una experiencia de administración voluntaria de testosterona en gel.»
En esas anda Beatriz Preciado (Burgos, 1970), sin lugar a dudas, una de las filósofas e investigadoras más importante de España en materia de género. Su Manifiesto Contra-sexual fue aclamado por la crítica que lo llamó el nuevo libro rojo de la teoría queer. Discípula de Derridá, hoy enseña teorías de género en la Universidad de París VIII y durante la semana del 7 de abril, dará un curso monográfico acerca del arte tras los feminismos en el MACBA de Barcelona.
En la primera ola del feminismo se luchó por el derecho a voto, la educación y el trabajo. En la segunda ola estarían incluidos los feminismo de la igualdad y la diferencia y que generaron la crítica a la pornografía en lo que se llamó las guerras del sexo de los 80s. ¿Dónde nos encontramos actualmente?
El feminismo la 1ª y 2ª ola se asentaban sobre un sujeto político ‘mujer’ cuyos perfiles eran muy claros. Hacia finales de los ’80 emerge un feminismo crítico que cuestiona los límites de la noción ‘mujer’ como denominador común de un movimiento político. Afirmará que el género es una construcción cultural y dudará de que esas construcciones sean binarias y puedan actuar como bases de la acción política.
El feminismo de la tercera ola, al que también podríamos denominar queer y postcolonial, va a desenmascarar el carácter blanco, heterosexual, de clase media de ese sujeto ‘mujer’ con el que trabajaba el feminismo hasta entonces. El resultado será la aparición de una multitud de voces disidentes (lesbianas, transexuales, mujeres no blancas, discapacitadas, etc.) que rechazan pensar la lucha política a partir de la oposición hombre/mujer apuntando a otras articulaciones de poder (hétero/homosexual, blanco/racializado, válido/discapacitado, bio/trans, etc.) como posibles vectores de opresión social.
¿Qué viene ahora? ¿Cuáles son las premisas del manifesto feminista actual?
Estamos en un momento extremadamente complejo e interesante: por una parte, seguimos trabajando en ciertos niveles en políticas de identidad que intentan restaurar desigualdades jurídicas y sociales históricas (trabajo, aborto, derechos de contrato matrimonial, filiación, etc.). Esto es inevitable, pero sería insuficiente, sin cierto feedback crítico; así que, por otra parte, hemos entrado en un proceso que podríamos denominar post-identitario o de crítica de los efectos normativos de toda identidad, tanto masculina como femenina, tanto heterosexual como homosexual.
Por eso hablamos de post-feminismo. No se trata de decir que hemos superado el feminismo; sino que, fuera de los discursos fáciles de oposición, estamos en un proceso de revisión, crítica y reconstrucción de las categorías con las que trabajábamos hasta ahora. Estamos inventando un sujeto político para el feminismo que no es exactamente ‘la mujer’ y creo que esto puede ser muy relevante para el futuro de este siglo. El reto es buscar nuevas articulaciones entre cuerpo, poder y placer que escapen a las estructuras normativas de género y sexualidad. La base de ese trabajo es llevar a cabo una crítica transversal (en términos de género, de raza, de sexualidad, de clase, de diferencia corporal) de la producción de la subjetividad en la sociedad contemporánea y eso es tarea de todos, no únicamente de aquellos cuerpos a los que se les asignó sexo femenino en el nacimiento.
¿Hay musas o ídolos en el post feminismo?
La feminista americana Donna Haraway dio la mejor respuesta a esta pregunta, dijo: «prefiero ser un cyborg que una musa». (una rata de laboratorio en 1960 que se le dio el carácter de invento para crear un ser superior).
Limitada por el rol que le da la erótica heterosexual, «la musa se vuelve sujeto político cuando se da cuenta que en realidad es un artefacto social y políticamente construido y decide intervenir ese proceso de construcción. Así que habrá que abandonar la posición de musa en beneficio de una posición más humilde, pero políticamente más activa, que sería la de sabia rata de laboratorio».
Por supuesto, existe la súper rata del post feminismo o del feminismo queer, por decirlo de algún modo. Algunos ídolos queer: la propia Donna Haraway y Judith Butler en el ámbito teórico; Annie Sprinkle, actriz porno feminista y diva del movimiento postporno; el artista transgénero Hans Schreil, la drag queen Vaginal Davis…y en nuestro territorio…por qué no, se me ocurre que un buen ídolo-cyborg podría ser Manuela Trasobares.
¿Podrías dar un decálogo arte imprescindible para la feminista del siglo XXI?
No hay decálogo. Las referencias serían tan amplias y cruzadas como Monika Treut, Bruce LaBruce, Steven Cohen, Shu Lea Cheang, Alison Bechdel, Wangechi Mutu… Atravesarían la performance, el activismo, la pornografía, el cine documental… Creo que precisamente lo que está ocurriendo en el arte contemporáneo, en parte como efecto del impacto político del feminismo y de los movimientos postcoloniales y de liberación sexual, es que estamos repensando la práctica artística desde el punto de vista de la construcción de los modelos de género, raciales y sexuales. Ya no se trata de buscar una aguja femenina en un pajar de maestros, de encontrar nombres de mujeres en la historia del arte, sino de desestabilizar los modos de hacer y de mirar, de exponer y de archivar. Esta es una micro-revolución en marcha, imparable, aunque no le guste a todo el mundo. En todo caso, somos muchos los que estamos intentando imaginar una nueva gramática. De eso hablaré en el curso del Macba, precisamente.
Ví una conversación muy entretenida entre tú y Jodorowsky y me gustó mucho algo que comentabas que ahora estabas más interesada en la experimentación, en salir del ámbito rígido de la filosofía. ¿cómo ha sido ese proceso? ¿qué cosas te ha a portado?
Mi último libro, Testo Yonqui, es precisamente el registro de una experiencia de administración voluntaria a base de Testosterona en gel. Pero no creo que sea salir de la filosofía, sino conectar con una tradición presente en la modernidad filosófica de pensadores a los que yo denomino “autocobaya” que utilizan su propios cuerpos como plataformas de experimentación política. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a Freud que a finales del siglo XIX escribe un ensayo sobre su experiencia con la cocaína, o a Benjamin cuando hace del haschisch un vehículo de experimentación estética y de transformación de la subjetividad.
Hoy, la testosterona, considerada por el discurso científico como una hormona “masculina”, es una droga política cuyo uso está regulado por las instituciones médicas y jurídicas. Si te han asignado sexo femenino en el nacimiento, como en mi caso – una asignación normativa y con la que no me identifico- el único modo de acceder legalmente a la testosterona es declararse enfermo mental, “disfórico de género”, y entrar en un protocolo de reasignación de género. El libro supone un rechazo de este contrato estatal y de sus formas de pensar el cambio de sexo y una crítica de las técnicas políticas de regulación y control del cuerpo y la sexualidad. Pero no es un proceso individual, precisamente por ello me parecía importante hacer pública esta experiencia. Existen de hecho varios grupos de disidentes de género en el estado español, como la Guerrilla Travolaka (activos en Barcelona, por ejemplo). Se trata de comenzar a mirar nuestras identidades como ficciones políticas restrictivas y de inventar colectivamente nuevas formas de afecto, placer y filiación.
Este año es el centenario del nacimiento de la Beauvoir, ¿cómo se ve su figura y su símbolo dentro del feminismo actualmente ?
La obra de Simone de Beauvoir ha tenido una importancia fundamental en el desarrollo del feminismo como teoría crítica y como pensamiento de transformación social. Con Beauvoir emerge por primera vez la posibilidad de entender la masculinidad y la feminidad como construcciones históricas y culturales, como estructuras políticas de dominación. Pero De Beauvoir es un personaje muy complejo, que a pesar de su centralidad es todavía mal conocido. En su obra, más en sus silencios y en sus ausencias que en los momentos afirmativos, están contenidos ya de algún modo los puntos de ruptura del feminismo que aparecerían solamente a finales del siglo XIX. De Beauvoir existió intelectualmente a la sombra de Sartre y aceptó esa situación sin oponer ninguna resistencia crítica. Sin embargo, hoy, retrospectivamente, creo que la obra de Beauvoir ha marcado de un modo mucho más drástico el futuro de la filosofía y de los movimientos políticos que la
Sartre. Si volvemos a leer hoy sus memorias en tres tomos que recorren toda su vida – y son además un diario político del siglo XX- desde su juventud hasta su muerte, observaremos que De Beauvoir se esfuerza por establecer una narración de sí misma como mujer heterosexual liberada que rechazada el matrimonio burgués, la reproducción sexual y la familia, ocultando otros aspectos de su vida que podrían haber comprometido la imagen de Sartre-Beauvoir como “la pareja intelectual de izquierda” más importante de la postguerra. Creo que uno de los silencios que acaba por estructurar la obra de De Beauvoir, dejando una huella, como un negativo, es el que se refiere a sus relaciones lesbianas, por ejemplo. No olvidemos que De Beauvoir no vivió nunca con Sartre, sin embargo sí compartió su vida con varias mujeres e incluso adoptó legalmente como “hija” a su última amante para que ésta pudiera ser su legataria. Pero esta historia está todavía por escribir.
Fantástico, Pollo. Decenas de nombres para seguir leyendo e investigando. Aunque en secreto, claro. Vivo en un país que asocia el feminismo a la amargura. De los descubrimientos de género, mejor no hablar.
Lo mismo pensaba mientras leía sus respuestas y luego entrevistaba a María de las Girls Who Like Porno.
En todo caso no te creas que en España está para tirar cohetes con la liberación femenina, aunque claro, a años luz del país pasillo.
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