Al nacer, Peter Sellers se convertía en el primogénito de una pareja de actores de vodevil barato que esperaban ansiosos este primer hijo. Tenían grandes planes para él, sobretodo Peg, la madre, quien estaba convencida que lo convertiría en el más grande actor de todos los tiempos. Pero el sueño se acabó abruptamente ya que el niño moría al poco tiempo de nacer.
Más tarde nació Richard Henri Sellers, quien vino a ocupar el exacto sitial dejado por el pequeño Peter; llegó a este mundo para reemplazarlo, para ser otro tan idéntico que hasta se quedó con el nombre. Fue este el primero de los miles de roles que encarnaría el comediante británico conocido por todo el mundo como Peter Sellers, uno de los más versátiles y brillantes que se recuerde en el siglo XX. Aquel camaleón capaz de realizar prodigios actorales como el de interpretar a tres personajes en una misma película, dos de ellos en la misma escena de la magistral Dr. Strangelove or: How did I Learn to Stop Worrying and Love the Bomb de Stanley Kubrick: el Presidente de Estados Unidos y el nazi asesor de la Casa Blanca.
Sobre el actor británico, Kubrick dijo “¿Peter Sellers?, No existe tal persona”. El misterio acerca de su verdadera identidad es grande y todos sus biógrafos juegan con esa hipótesis; que Peter Sellers no era en realidad una sola persona sino miles de personajes a los que daba vida. Allí la clave de su maestría, la clave de su éxito. Sus declaraciones a la prensa tampoco contribuyeron a disipar esa idea: “Me siento fantasmalmente irreal hasta que me convierto en otra persona en la pantalla”, “Si me pidieran que me interpretara a mí mismo, no sabría qué hacer. No sé quién ni qué soy”, “Ir a verme al cine como una persona normal sería una de las experiencias más fomes que jamás te gustaría haber vivido”, “Hubo un Yo detrás de la máscara, pero me lo extirpé con cirugía”.
De niño, Seller se crió en el ambiente poco usual de las continuas giras de espectáculos de sus padres, de teatro en teatro, de pueblucho en pueblucho y sin la compañía de otros niños ni tampoco de hermanos. La ambición de su madre que lo consintió y mimó con la ansiedad de una madre que ha perdido a un hijo, tampoco contribuyó en hacer de él un niño muy integrado y dispuesto a ceder o medianamente resistente a las frustraciones o con madurez emocional. Pero claramente, este inusual estilo de vida ayudó a Sellers a desarrollar instinto y maestría en el arte del “gag” cómico y de salirse con la suya en un mundo de adultos. Su mayor escuela fueron los radioteatros de la BBC. El pequeño pasaba horas enteras imitando las voces de los distintos personajes de aquellos programas. Fue así que desarrolló una capacidad magistral de imitación que le sirvió ni más ni menos que para entrar a la BBC. Luego de varias audiciones, Sellers no era contratado porque no terminaba de convencer. Decidido a entrar, llamó por teléfono al productor más importante de la estación haciéndose pasar por una de las estrellas radiofónicas de la época, que estaba muy impresionado por el talento que había visto en las audiciones de Sellers. Esta magistral interpretación de aquella estrella, fue decidora para que aquel productor diera el vamos con Sellers. De allí vendrían años de gloria radiofónica para el actor y su programa The Goon Show es considerado al día de hoy el predecesor de Los Monty Pyton Flying Circus, quienes son confesos admiradores del comediante y han dicho de él que “si un genio es alguien que hace lo que nadie más puede hacer, entonces Peter Sellers lo es, sin lugar a dudas”.
El salto a la gran pantalla tampoco fue fácil. Sellers era más bien feucho y con tendencias a subir de peso, pero lo consiguió. The Lady Killers , junto a Alec Guinness fue su primer éxito en el Reino Unido. El reconocimiento internacional le llegó con The Millionaress donde actuaba con la estrella italiana Sophia Loren. Su fascinación por la musa fue tal que le pidió el divorcio a su primera esposa (tendría un total de cuatro) delante de sus hijo: “¿Nos amas aún papá?”, le preguntó su hija pequeña, “Sí, pero no tanto como a Sophia Loren”, contestó él . La actriz italiana nunca le correspondió; todo el romance estaba en su cabeza.
El 26 de julio pasado se conmemoraron 25 años de la desaparición de Sellers por un infarto masivo a los 54 años. También 80 desde su nacimiento un 8 de septiembre. Reposiciones de sus más célebres películas (porque trabajó en más de 70) como las que filmó de la mano de director Blake Edwards: La Fiesta Inolvidable y las sagas de La Pantera Rosa donde interpretaba al memorable Inspector Clousseau; o las que filmaría con otro crack de la cinematografía mundial, Stanley Kubrick: Lolita y la antes mencionada Dr. Strangelove, han vuelto a aparecer en salas locales o en la televisión de pago. La BBC junto con HBO han hecho otro homenaje al filmar la película The Life and Death of Peter Sellers protagonizada por Geoffrey Rush (Shinning) quien ya obtuvo un Globo de Oro por su interpretación. En el filme, donde Rush interpreta a todos los personajes que tuvieron que lidiar con Sellers, se lo muestra, en palabras del director Stephen Hopkins “como un ser vacío, algo que le permitía sumergirse en los bizarros, excéntricos y locos papeles que interpretó”.
La verdad es que Sellers vivía en un mundo tan irreal que hasta filmaba vídeo caseros en la que mostraba una hermosa vida familiar que no existía. El abandono a sus tres hijos llegó a nivel tal, que pese a la inmensa fortuna amasada durante su vida, al morir cada uno recibió no más de dos mil dólares porque no alcanzó al firmar el divorcio con su cuarta mujer y nunca dejó nada a nombre de ellos. Hay una escena particularmente dramática y significativa en Life and Death…, que es cuando Sellers le destruye todos los juguetes a su pequeño hijo por haberle rayado el auto accidentalmente.
Todo en Sellers fue desmedido, cruel y fantástico: dejó a su madre morír sola en un hospital inglés porque estaba trabajando, anunció en una rueda de prensa en Hide Park que se casaba con Liza Minelli en una boda que nunca llegó a ser, además de sus turbulentos romances con la fallecida princesa Margarita y su amistad con los Beatles. Vivía en continuas juergas delirantes con sus amigos Roman Polansky, Sharon Tate, Blake Ewards y Ursula Andrews viajando en jets privados o yates de lujo y consumiendo todo lo que se le ponía en frente. Ser millonario en los años setenta era, toxicológicamente hablando, muy peligroso. Y eso le paso le cuenta a la temprana edad de 54 años.
Estuvo nominado dos veces al Óscar como mejor actor y nunca lo ganó. Gran parte de las películas de los setenta fueron más bien mediocres pero le ofrecían contratos millonarios que nunca pudo rechazar. Eso sí, la última que hizo y produjo él mismo, Bienvenido Mr. Chance es una de las más hermosas con las que se le recuerda. Durante su velorio dejó expresas instrucciones que se tocara el tema In the Mood, de Glen Miller. Era la canción que más detestaba.
I agree with you. Yet some things you miss and some things you lose by keeping your arm outstretched. ~Author Unknown