¿Nicole Kidman ya no es una estrella?

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Algunos críticos se animan a explicar que no es una estrella la que más gana sino la que más recauda
En menos de una semana, Madrid ha sido escenario de dos visitas del firmamento de Hollywood: Nicole Kidman y Paris Hilton. No hay que partirse la cabeza para deducir que Kidman tiene méritos de sobra para ser una celebridad de tomo y lomo, con una fama que viene avalada por grandes papeles en el cine como en Las horas, Los otros, Cold Mountain, Dogville y un largo etcétera en el que se combinan películas comerciales con otras más arriesgadas.

La Hilton, en cambio, es famosa sencillamente por ser famosa; una suerte de finalista de Gran Hermano pero con la arrogancia que le da la superioridad de su cuna de oro. Paris mueve a la industria del papel cuché como una diva del celuloide mueve a la del cine. O eso es de esperar.

Por eso cabe hacerse una pregunta: ¿es estrella del cine aquella que logra recaudar mucho dinero con sus películas?, ¿el estrellato ha de medirse en dólares?

El agrio debate lo encendió el columnista de Los Angeles Times Patrick Goldstein a principios de mes, al escribir un comentario acerca de la película Australia en el que cuestionaba la calidad de estrella de Nicole Kidman. A su juicio la pobre recaudación de Australia durante el primer fin de semana «una vez más demuestra que Nicole Kidman es muchas otras cosas pero no una estrella de cine».

Estrella bien pagada

El comentario sentó tan mal (sobretodo al chovinismo australiano), que Goldstein tuvo que fundamentar su opinión en una segunda columna que tituló, no sin malicia, Nicole Kidman: ¿Estrella de cine o fracaso en recaudación?

Para descartar la idea de que una estrella del cine ha de ser una celebridad reconocible, Goldstein pone como ejemplo a Paris Hilton, ya que nadie le pagaría por una película los 12 millones de euros que acaba de cobrar la Kidman. Con esa misma cifra descarta que para ser una estrella haya que ser un gran actriz ya que ni Cate Blanchett ni Kate Winslet han recibido ese sueldo jamás.

Es fácil desprender que la medida del estrellato según Goldstein es la recaudación, aquella estrella que a lo Will Smith es garantía de reventar la taquilla el primer fin de semana de estreno.

No hay estrella cuarentona

Paralelamente, y desde la otra orilla, el columnista David Thomson del británico The Guardian se preguntaba precisamente si Nicole Kidman se estaba convirtiendo en veneno para las taquillas, citando el pinchazo de Australia, que ha recaudado 15.480.735 euros el primer fin de semana, lo que difícilmente cubra los 100.701.390 euros de presupuesto.

Observaba que, a poco estrenarse la película, The New York Times llevaba una publicidad de página completa en el que no aparecía ni Kidman ni Hugh Jackman, el coprotagonista, sino el rostro del pequeño Brandon Walters. A su juicio esto respondía a un cambio de estrategia publicitaria: ahora era una película sobre un niño. Nicole Kidman y sus 40 años resultaban difíciles de vender.

Tengan o no razón, lo cierto es que la semana anterior se publicó un ranking de las estrellas mejor pagadas del cine y Nicole, que en 2006 encabezaba la lista, había bajado al puesto número 10 en dos años. También es verdad que ninguna de las películas que ha hecho últimamente, con excepción de Cold Mountain, logró recaudar la inversión. Aunque este argumento es cuestionable porque las ganancias de una película continúan su recorrido hasta su distribución en DVD y la venta a las televisiones.

Kidman ha optado por tener una carrera más de peso, con papeles y películas más serias, pero desgraciadamente, a la hora de negociar con productores, ser una estrella de cine se mide en el sentido Ben Stiller de la palabra. Talento aparte.

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